Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 145

La habitación parece muy cómoda y también es amplia y funcional, aunque apenas me ha dado tiempo a recrearme en detalles, porque me ha dejado de piedra el bellísimo y espectacular ramo de flores que descansa sobre la enorme cama de dos por dos metros. Pero no, no se trata de cualquier ramo. Es más: no lo había visto en la vida, salvo en algunas películas sobre la guerra de secesión americana... ¿Cómo se llama esta flor? No, no es exactamente una flor, es..., ¿cómo? ¿Seguro? ¡Sí!, ¡es la planta del algodón! Mi cabeza vuelve a turbarse por la infinidad de sentidos que encuentro en este detalle que viene de un AMO que, forzosamente, ha debido de estar merodeando por aquí. ¿Pero por qué algodón? La rama es marrón oscura, casi negra, y con el algodón blanco inmaculado causa un contraste como de cielo e infierno, bien y mal y, en términos BDSM, de sumisa vestida de negro durante su periodo de doma, con la ya es clava propiedad de su AMO a la que, simbólicamente, cubren con una túnica blanca. Por otro lado, también es sorprendente la aridez de unas ramas nudosas y cortantes que, a la vez, generan la calidez, suavidad y sensación de nube y cielo del algodón. ¿Qué pretende Sapiens haciéndome recordar la secesión? ¿Desea que piense en la esclavitud? ¿Intenta decirme que la liviandad, luminosidad y calidez del algodón sólo se consigue tras haber pasado por los nudos de las ramas y el dolor de las espinas? ¿Querrá comentarme algo con respecto a las heridas y las curas? ¿Estaría pensando en el dolor de las heridas y en la luz y el amor casi divino que surge con su curación? Porque los nudos asustan, pero sin las ramas nudosas, nunca se daría ese regalo de nube o ala de ángel, que representan las tiernas bolillas de algodón. Dejo las elucubraciones sobre el sentido de la hermosa planta que hay sobre mi cama, para echar un vistazo en el baño de la habitación. ¡Qué bien, tiene yacusi! Ya sé quién se dará un baño esta tarde... Pero, un momento, un momento: vuelvo a la habitación y veo que sobre la cama, además de la planta del algodón, hay un sobre de formato antiguo cerrado con lacre rojo, sobre el que alguien, y no hay que ser adivina para averiguar de quién se trata, ha estampado un sello con el trisquel que simboliza el mundo BDSM. Bebo agua y me enciendo un cigarro para intentar leer la misiva de Sapiens lo más tranquila posible. Por cierto, la carta está escrita con pluma, en color negro y con una impoluta letra apaisada que se me antoja tan antigua como representativa de la meticulosidad y el perfeccionismo de AMOSAPIENS. Querida perrita: ¡Una vez más, bienvenida a mi tierra! Supongo que el viaje habrá sido agotador y quiero que mi sumi esté fuerte y bella para que, cuando por fin nos veamos, disfrutemos de nuestra gran asignatura pendiente. No es una orden y puedes decirme si te parece bien o prefieres otro plan, pero he pensado que querrás estar sola, así que, si te