Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 146

parece, nos vemos esta tarde a las ocho en un sitio del centro que se llama El Torreón (tendrás que coger un taxi). Consejo: relájate todo lo que puedas porque nos espera una noche muy larga. Por cierto, no te asustes si en el armario de la derecha ves una gran maleta negra de ruedas. Es mía y te exijo que ni la toques (esto sí es una orden). ¡Ah, se me olvidaba!: en el cuarto de baño encontrarás un paquete. Sé que cuando lo abras te sorprenderás y hasta puede que te acuerdes de algunos de mis parientes, pero tu AMO te ordena que utilices el producto en cuestión y sigas estrictamente las instrucciones del envase. Te recuerdo, querida sumisa-insumisa, que es bueno que confíes en tu AMO. Piensa que es muy importante «tu completo relax», para poder llevar a cabo ciertas prácticas que son indispensables en este viaje hacia el éxtasis que emprenderemos juntos este fin de semana. Mordisquitos en tus pezones y ¡hasta pronto, zorrita! Felicitando mentalmente la intuición de Sapiens porque era cierto que me apetecía estar sola, acudí al armario de la derecha y verifiqué que una enorme maleta negra, a modo de okupa, reposaba tranquila invadiendo prácticamente toda la base de ese habitáculo, empotrado en la pared. Por un momento, mis ganas de desobedecer la orden de Sapiens fueron más fuertes que el miedo a los correctivos del AMO del norte, hasta el punto de que llegué a sentir la misma zozobra que una curiosa princesa de cuento que, por abrir el baúl prohibido, sufre después un fulminante castigo divino. Pero no lo hice: contuve mi curiosidad y no abrí esa maleta porque desvié la atención de la víscera cotilla, acudiendo al baño para ver qué nueva me tenía preparada EL MAESTRO. Como no me esperaba nada bueno de algo respecto a lo que el propio Sapiens ya me avisó que no me iba a hacer ninguna gracia, desembalé con saña el paquete envuelto con papel de estraza marrón, y..., y... ¿Cómo? ¿Pero cómo se atreve? ¿De verdad esto es un...? ¡No puede ser! ¿Un enema? ¡Joder, sí, es un enema! ¡Y encima me lo envuelve como si fuera un regalo! ¡Cago en...! Bueno, no..., ¡mejor no me cago en nadie!, pensé, grosera ante los evidentes efectos del nuevo regalo. ¿Será posible? ¿Cómo que tu AMO te ordena que utilices el producto en cuestión y sigas estrictamente las instrucciones del envase? ¡Tendrá cara, el tío! Y encima se atreve a decir, como si tal cosa, piensa que es muy importante «tu completo relax» para poder llevar a cabo ciertas prácticas... Tras los minutos de protesta de rigor, leí a conciencia aquellas instrucciones, al tiempo que me aliviaba recordar que no hay mal que por bien no venga, quizás porque el enema era una señal inequívoca de que a Sapiens no le iba el rollo escatológico. ¡Sí, claro que sí! El efecto de una lavativa es, precisamente, provocarlo primero, para evitar después ese puntito skat, o como creo que en el mundillo BDSM denominan en abreviatura el escabrosillo «y digestivo» asunto... Bueno, reconozco que AMOSAPIENS es lo suficientemente listo como para saber que necesito pasar ciertos trances a mi aire y, sobre todo, para intuir que, bajo ningún