Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 14
—Pero es que esto ya es labio.
—¿Labio?
—Claro, en fin, ya sabes que no me refiero al bigote —comentó la peluquera,
queriendo hacer una broma para aligerar el trance.
—No te preocupes: este dolor tendrá su recompensa. Ya te he dicho que a mi
novio le gusta así.
—¡Joder con los hombres! ¡Esos cerdos nunca se enteran de los sacrificios que
hacemos por ellos!
—Pues sí...
Sonreí. Observando mi sonrisa nadie hubiera pensado que la peluquera me estaba
haciendo un daño atroz, pero lo siento: la situación se me antojó algo más que
cómica. Ella intentando iniciar esa complicidad que se genera entre mujeres
cuando criticamos a los hombres y, más concretamente, a nuestras parejas. Pero ¿y
yo? Creo que fui malvada a propósito porque, mientras sentía cómo posaba
lentamente otro rastro alargado de cera caliente sobre las ingles o, más
concretamente, sobre el-los labio-s, pensaba: ¡Ay si supieras que a quien le gusta
así es a un AMO fanático del BDSM que no conozco, pero que voy a conocer
mañana para practicar juntos el arte de las ataduras, la dominación, el sadismo y el
masoquismo! Me reí, claro: sobre todo porque tuve compasión con el ritmo
cardiaco de la peluquera, y decidí callarme para que pudiera mantenerse
constante...
¿Por ellos? ¿De verdad hacemos estas cosas por ellos? Ayer sentí claramente que
no hacemos estas cosas por ellos, sino por nosotras. Porque en el fondo de todo, ¿es
que no nos gusta gustar, tener buen aspecto, sentirnos queridas, guapas, y ver
cómo el deseo explota en las pupilas de un hombre? ¡Bufff! ¿Parejas? ¿Novios?
¿Amantes? ¿Rolletes? ¡Dios mío, Pedro!, perdóname... ¿Qué somos tú y yo? Sólo
nos conocemos desde hace cinco meses y ya te comportas como si te debiera la
vida, como si fuera tu jarrón, como si formara parte de tu colección de cromos
manga. Y no, ¡eso sí que no! Ya te advertí que me agobiaba, que tenía que ir
despacio, que necesitaba recrearme en el juego de la seducción porque acababa de
cumplir treinta y dos años, y luchaba con uñas y dientes por salir de la maldita
crisis de la década tres. Pero tú, ni caso: y venga a amarrar, y a no jugar, y a no
seducir, y a chantajear... Y lo siento, Pedro, lo siento, pero entre bronca y bronca,
apareció ÉL...
A veces pienso que todo es fácil y complicado a la vez. Fácil porque la chispa es
la chispa y, cuando asoma, es difícil no dejarse vibrar. Y, complicado, porque me