Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 136

cuando de mi boca, y como un susurro, que no distingo si habrá escuchado el pasajero de las camisetas ferrys, sale tan espontánea como inconsciente una frase de Oscar Wilde: La mejor forma de vencer la tentación es caer en ella. ¡Lo que me faltaba! Parece que a Oviedo viaja mi cuerpo pegado a un coro de voces que, para colmo de chulería, se permiten el lujo de rematar literariamente el dilema con una frase de Wilde. ¡Buff!, por lo menos espero que no me haya oído el contable reprimido que, de soslayo, no hace más que mirarme de arriba abajo mientras yo finjo aires de indiferencia, ayudada quizás por la ojeada compulsiva de la revista Paisajes, o la que me permite comportarme como si no me diese cuenta de ese par de ojos que se clavan continuamente en casi todas las partes de mi cuerpo. Por suerte, y para no perder la poca vergüenza que debe de quedarme, creo que mi vecino está tan embelesado mirándome las tetas que no se ha dado cuenta de que acabo de hablar sola, aunque cuando he vuelto la cabeza para verificar el dato, su aspecto me ha parecido tan repugnante que me ha hecho pensar que esta aventura acabaría antes de empezar, si quien dice llamarse AMOSAPIENS me hubiera enviado fotos falsas y su aspecto real fuera como el de este señor que tiene toda la pinta de llamarse Baboso Pérez. En cualquier caso, y dado que entre frases célebres anda el juego, una idea vuelve a hacerme sonreír. ¿Creerá AMOSAPIENS que voy a Oviedo porque me ha pedido que lo haga, o será tan listo como para darse cuenta de que voy porque, en realidad, es a mí a quien le apetecía ir, aunque me mostrase paralizada y como si nunca fuese a atreverme a viajar a su ciudad? ¡Compleja naturaleza la de las mujeres! ¡Compleja naturaleza la mía! ¡Compleja naturaleza también la de una auténtica AMA-zona! ¡Más compleja naturaleza aún la de una buena sumisa! ¡Y complejísima naturaleza la de una sumi-AMA-insumisa! ¡Pobre Sapiens! Me pregunto si sabrá que, según un conocido filósofo contemporáneo, todo lo que poseemos nos posee..., y en este sentido y por los siglos de los siglos, las mujeres somos las que en realidad poseemos a los hombres posesivos y, mostrando nuestros encantos, hemos elegido pareja sin pronunciar palabra, aunque ellos crean que nos poseen porque nos han elegido a nosotras... ¡Ilusos! Creo que ofendido porque no averiguo si será el último o el primero de mi nueva vida, el tren se dedica a poner a prueba mi paciencia y mi capacidad de relax, al tiempo que se decide a pasar por casi todas las provincias de la vieja Castilla. Pensamiento de turno: es tremenda la diferencia que existe entre ellas y yo: Segovia, Ávila, Valladolid, Palencia, etcétera, todas monumentales, clásicas y