Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 129

admitidos y no me hablase nunca más... Me equivoqué. Temblorosa como una niña asustada, sólo puedo decir que me equivoqué... —Nunca me ha pasado algo así, Marta. —¿Qué quieres decir, AMO? —Nunca he echado tanto de menos a una sumisa que, en realidad, nunca llegó a ser mi sumi. —Perdóname, por favor... —No, no te perdono porque yo fui un mal AMO: debí tener más psicología, debí preocuparme más con una salvaje e insumisa como tú, debí darte órdenes más claras, quizás hasta debí presionarte menos o proponerte que fueras mi sumisa un poco más tarde... —No, AMO, todo fue culpa mía... Por cierto, ¿sigues pensando que soy sumisa? —Por supuesto, y que necesitas una doma brutal también. Lo que no sé es quién será el AMO que tenga la suerte de disfrutar de tantas y tantas cosas que serás capaz de dar... —Si yo te contara, AMOSAPIENS... —¡NO! No quiero que me cuentes nada. Ahora mismo sólo me pondría enfermo de pensar en cuánto te he deseado, en cómo he querido poseerte, someterte, dominarte, sodomizarte, besarte por todo el cuerpo, follarte como a una perra y azotarte, azotarte y azotarte... —Buffffff, si me lo dices así como que nos despedimos, ¿no?... —No empieces con tus bromas... Yo sé que no pasará nada de lo que hay en mi cabeza, pero mis azotes, con toda la saña del mundo, son lo que calmaría mi rabia y tu culpa: ya ves, todo a la vez, ¡y tú sin quererlo ver! —¿Nos calmaríamos a costa de que me hicieras mucho daño? —Es que te haría mucho daño, pero lo mejor del dolor ya sabes lo que es: es el premio que viene después. Todo está dividido en un proceso místico de tres o como un trisquel, que es el símbolo del BDSM: no hay cura sin herida, y no hay herida sin látigo o similar... —¡O sea, que el secreto está en la cura! —Sí, siempre. Es cuando un AMO sufre con las heridas que ha hecho. Es cuando demuestra el amor y sufre por el dolor de su sumisa, al tiempo que siente el placer