Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 128

—¿Y quién es tu AMO, Marta? —me preguntó un curioso OTEÍLLO. —El mejor del mundo. Alguien a quien le hice daño por una niñería y alguien a quien me gustaría decirle que lo siento, que ÉL llevaba razón... —¿Qué hiciste, Marta? —preguntó SR. DEL TEMPLE. —Jugué sin ánimo de hacer daño con el BDSM, con su filosofía de vida, con un ARTE que para ÉL es religión. —¿Y te arrepientes? —No sólo eso, deseo pedirle perdón con todas mis fuerzas. De hecho, se lo estoy pidiendo aquí porque no me atrevo a decirle nada en privado, no sé si por cobardía o porque no quiero molestarle. En ese momento me invadió un tercer pálpito que volvió a resultarme familiar. Me refiero a ese color naranja que iluminó un pequeño recuadro de la pantalla de mi PC, y vino acompañado de un casi imperceptible ding-dong o ese sonido inequívoco que me avisaba de que algún contacto me estaba mandando un mensaje a través del Messenger. ¡Dios mío, era ÉL! El ordenador lo indicaba claramente: AMOSAPIENS dice: hola Marta... —Hola, AMOSAPIENS, ¿cómo estás? —Pues ya sabes: un AMO sin sumisa es... —Sí, como un jardín sin flores, ya lo sé... —Espero que no estés divirtiéndote otra vez a mi costa. —No, te prometo que no. Mira, tienes todo el derecho del mundo a no hablar conmigo. Tienes todo el derecho del mundo a odiarme. A no creerme... Yo sólo puedo decirte que no sabes cuánto lo siento. Sapiens, perdóname, por favor, perdóname. Te prometo que ya no juego... Se hizo un silencio interminable y, durante más de un minuto, no pude ver ninguna respuesta en los diálogos del Messenger; es más, ni siquiera el ordenador me avisaba con aquello de: Espere. AMOSAPIENS está escribiendo un mensaje. Me dio tiempo a pensar dos cosas: o bien, y como se dice cada vez que hay un silencio largo, estaba pasando un ángel, o bien, y creo que sería lo más probable, AMOSAPIENS me iba a mandar a la porra de un momento a otro. ¡Y eso con suerte!, porque lo normal es que, sin mediar palabra, me borrara de su lista de