Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 109

—Vivimos a cientos de kilómetros. ¿No ves que no puedo ofrecerte nada? —recordé cómo le había dicho a Sapiens en aquellos momentos en los que todavía no había conseguido arrancarme el sí. —La gente cree que el BDSM es sólo sexo duro. Es más, hay quien, en su incultura, hasta lo confunde con malos tratos, violencia de género y todas esas cosas horribles... —Jajajajajaajajajaaja. Pobre Sapiens: harto de incomprensión sádico se fue con sumi-sa o su-misa a otra parte... —dije, haciendo uno de esos infinitos juegos de palabras que, respecto a este tema y sin saber por qué, me asaltaban cada dos por tres. —Hablo de cosas tan serias como los malos tratos. ¿No ves que la cosa no es para bromear? —Vale, vale: perdona... Y no te preocupes por mí: hasta ahí llego y sé que no tiene nada que ver una cosa con otra. En la intimidad de la cama y mientras todo sea consentido entre dos, cualquiera puede hacer lo que le venga en gana. —¡Cierto! La clave está en el consentimiento mutuo, y ya te dije que nunca puede haber BDSM si no es SSC, ya sabes: Sano, Seguro y Consensuado. —Ya. —Pero aún hay más. También te he dicho que el BDSM es una filosofía de vida, ¿no? —Sí, creo que más de mil veces, AMOOOOOOOO —contesté nuevamente con guasa. —Pues en esa filosofía de vida, aunque es estupenda la posibilidad de materializar físicamente el BDSM con todo tipo de ritos, estética y artilugios, aún es más excitante la dominación y la sumisión mental. —¿Cómo? ¿No te estarás refiriendo a un cometarros puro y duro? —Llámalo como quieras, pero no olvides que en la cabeza están las claves de nuestros comportamientos, nuestras tendencias, nuestras inercias. Te aseguro que no hay nada más sublime que poder fundirse con alguien a nivel mental, con el alma, con lo que, precisamente, nunca se ve: ¡ése es auténtico sadomaso! —¿A nivel mental? ¿Ves como el sadomasoquismo es de-mente? —Puedes reírte y hacer todos los juegos de palabras que quieras, pero estoy seguro que la sumisión mental es la que, de momento, tú puedes ofrecerme. Por ejemplo: yo me excito con el mero hecho de ver que escribes un diario todos los