Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 101

haber puesto cachondo a un sádico-AMO con lo de mi virginidad anal? ¿Cómo no voy a temblar, si en el famoso acuerdo se ilustraba a las sumisas sobre la naturaleza de «sus orificios», diciéndoles que su coño, su ano y su boca podrían ser follados indistintamente? En fin, lo de siempre: ¿dónde comprará Sapiens los tornillos que ha perdido? No es por nada, pero la orden de no follar, y sus múltiples contraórdenes, dio lugar a una complicidad aún mayor. Por ejemplo: ya sabe que tengo un rollete, pero se supone que no importa porque no es una relación estable. Además, no hay que olvidar que soy sumisa cíber y no sumisa real, aunque personalmente no entienda, ¡ni de coña!, por qué siendo sólo una sumisa virtual diga esas cosas de petar el culo y demás. Provocación: ¿me lo va a petar por el ciberespacio? ¡Jajajajajajaajaja! ¡Huy qué miedo! En fin, no tengo más remedio que pensar que el BDSM está muy cerca de aquellas teorías de Freud sobre la fase oral y anal o las que, si en su momento se desarrollaron mal, siguen fastidiando la personalidad de alguien durante toda la vida. Porque lo de la fase oral tampoco es coña, si pensamos en otro de los artículos del famoso contrato que trata sobre la polla del AMO o ese órgano que, más que una polla, parecía un dios. ¿Vendría de ahí la obsesión de los AMOS por limpiarles la polla, beber su leche, follar la boca de la sumisa y hasta mearse encima de ella?: «La polla de tu Amo y Señor requiere la máxima adoración. Cuando la introduce en cualquiera de tus orificios. Cuando la lames o la succionas. Cuando te la refriega por la cara. Cuando mana chorros de semen. Cuando te rocía con su orina o simplemente cuando está en erección, sea a la vista, o sea oculta». Y de nuevo en mi cabeza, ¿por qué nadie ha puesto un negocio para vender esas tuercas que perdieron los AMOS en aquellas fases de su lejana infancia? Como esto siga así, ¡creo que voy a pedir una subvención al Instituto de la Mujer! Sin duda, entre unas cosas y otras nos conocimos mejor y me encantó que, al final, él me contara que también tiene su rollito, aunque no le guste el BDSM y se vean poco porque ella vive fuera. Al conocer estos datos, entendí por qué Sapiens buscaba desesperadamente una sumisa cibernética. Claro, de esta forma, y practicando una dominación mental, que no por ello está exenta de poder expandirse y alcanzar alguna vez al mundo real, su novia, su sumisa y su BDSM están a salvo... Por cierto: me reafirmo en la idea del principio de que el BDSM es tan intenso, que resulta difícil de practicar o de soportar las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Además, supongo que por eso suele ser parte de una doble vida, de un baúl oculto que algunos sujetos con una cotidianidad, digamos habitual, abren de vez en cuando para experimentar otras sensaciones o para llenarse de chispa, y así coger fuerzas para seguir con la vida normal. ¡Morbo manda! 3ª) También debo cuidar mi postura y mantener la espalda recta, pero eso sí, ¡sin cruzar nunca las piernas! La verdad es que si soy sincera, esta postura me viene bien para no