Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 68
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es un castigo muy cruel.
Así que voy a todas partes con mi intimidad desprotegida, tanto más desprotegida
cuanto que Pierre exige que vaya completa- mente afeitada, lisa, entregada, abierta a
sus deseos, o a los deseos de los desconocidos a quienes él me destina.
15 - El cuaderno negro
Siempre he tenido fama de ser muy des- pistada. Con todo, estaba lejos de imaginar
que mi despiste acabaría por tener consecuencias dramáticas en mi vida privada.
Un día, me olvidé el bolso en el coche de mi madre. Ella se lo llevó a casa sin
preocuparse por el contenido y lo dejó sobre una mesa, donde mi padre lo cogió y lo
abrió. Resulta que en mi bolso había un grueso cuaderno negro donde colocaba y
guardaba mis fotos más íntimas tomadas por Pierre y mis otros amos durante las
sesiones, ceremonias o pruebas. Docenas de copias en color en las que aparezco, en el
mejor de los casos, desnuda, pero donde la mayoría de las veces se me ve atada, con los
brazos y las piernas en aspa, y penetrada por uno o varios hombres. Los primeros
planos de felaciones y de sodomía alternan con las escenas sáficas y las lluvias doradas,
sin olvidar las imágenes de mi infibulación y algunas fotos «robadas» en un club de
intercambio de parejas en el curso de una «velada de cuero» sin que los participantes lo
advirtieran.
No me di cuenta de que me faltaba el bolso hasta por la mañana, cuando me
disponía a ir a la facultad, y entonces me entró verdadero pánico. Lo único que podía
hacer era esperar al día siguiente para ir a recogerlo a casa de mi madre y rezarle al
Cielo para que a nadie le diera por mirar su contenido.
Pero, al día siguiente, el teléfono sonó a las ocho de la mañana. Mi madre me pidió
seca- mente que nos viéramos lo antes posible. Aun- que sentía pavor, le propuse que
nos encontráramos después de clase. Ella vino a buscarme a las cuatro y media. Había