Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 69
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pasado todo el día imaginando con angustia lo que iba a ocurrir.
Me dirigí hacia el coche de mi madre con la mayor tranquilidad de que fui capaz. Ella
me miró como si nunca me hubiera visto. Su actitud, que yo conocía muy bien, era la
misma que adopta cuando mi padre la acosa sin cesar o la emprende contra ella con el
menor pretexto para acabar insultándola con palabras llenas de desprecio. Al sentarme
a su lado, sentí una especie de náusea. Temía tanto su cólera, el juicio al que me
sometería y su sentencia, que me entraron ganas de vomitar.
¿Por qué los padres se sienten siempre con derecho a juzgar a sus hijos? ¿Acaso los
hijos no son sino lo que los padres han hecho de ellos? ¿Acaso no son obra suya?
Mi madre arrancó y, sin mirarme siquiera. Me preguntó si no tenía nada que decirle.
Yo le contesté que no había nada que decir, que todo estaba muy claro. Replicó que no
tenía motivos para sentirme orgullosa, y yo la provoqué diciéndole que me sentía muy
orgullosa de las experiencias que vivía. Me ad ٥