Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 63

63 soy sensible e impresionable, tengo miedo de no conseguir ser yo misma. Pierre es un hombre seductor. Tiene el aspecto de un hombre de negocios dinámico y elegante. Es alto y delgado, aunque, en mi opinión, no lo bastante deportista. Su afición a las cosas refinadas lo vuelve sensible a los objetos bellos, los coches bonitos, los buenos vinos, la buena mesa... y las mujeres hermosas. Eso aviva mis celos viscerales, de los que sólo con- sigo escapar durante nuestras sesiones rituales. Pero no todos los tipos de mujer me inspiran celos. Las que se echan en brazos de mi Amo jugando a ser avezadas ninfómanas me exasperan hasta extremos indescriptibles. Nunca he podido soportar a las mujeres que dicen saberlo todo de la vida. La condición de esclava que me vincula de modo tan íntimo a Pierre no me permite exteriorizar ni celos ni agresividad alguna hacia una mujer a quien Pierre pudiera utilizar en ciertos momentos, pues las mujeres que desea sólo están ahí para satisfacer sus fantasías y, como tales, hace uso de ellas. Esas mujeres no pueden imaginar siquiera que su papel estriba en permitirnos controlar esos sentimientos tan ricos y matizados que nos unen a Pierre y a mí. Sé que Pierre siente debilidad por las mujeres bonitas y que, para él, lo más importante es satisfacer su pasión por ellas. El pretexto de mi sumisión parece otorgarle cualquier derecho, incluso el de herir mi orgullo de mujer enamorada. Con todo, me niego a que susciten en mí esos estados de ánimo fuera de nuestras veladas, donde las relaciones entre amos y sometidos anulan todo sentimiento de posesión. Siempre que una mujer llama la atención de Pierre por encima de las otras, dudo, de manera inevitable, del amor que siente por mí. Cuando afirma que encuentra deseable y hermosa a una mujer, me siento humillada en lo más hondo. Y no puedo por menos de sufrir cuando la desnuda y examina su cuerpo, cuando todo su ser está absorto en es