Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 61

61 se contrajo con violencia y a punto estuvo de salírseme de los labios, que lo aspiraron con fuerza para retenerlo. Entonces eyaculó bruscamente, y me inundó la garganta con un líquido que me empeñé en beber, con místico ardor, hasta la última gota. Nos dijo que fuéramos a lavarnos y le pro- puse que nos acompañara para que así pudiera asistir a nuestro aseo íntimo. El cuarto de baño era amplio y luminoso y, allí, Valérie y yo nos sentimos a nuestras anchas para llevar a cabo la última parte de nuestro cometido. Alain se reunió con nosotras y antes de que tuviéramos tiempo de ponernos bajo la ducha, se orinó encima de nosotras, salpicándonos con un chorro abundante y tibio. Nosotras fuimos dándonos la vuelta para que cada centímetro de nuestra piel recibiera un poco de esa lluvia. La excitación que eso me produjo me incitó a regalarle a nuestro cliente el espectáculo de una escena de amor entre Valérie y yo. Empecé a frotarme contra las formas delicadas y suaves de Valérie. Yo la deseaba a ella y ella me deseaba a mí, de modo que hicimos el amor casi con ternura. Cuando el timbre de la puerta campanilleó, Valérie se precipitó a abrir. La vi echarse en brazos de Ghislaine y no pude por menos de quedarme atónita ante la dureza con que ésta la rechazó. Luego la obligó a ponerse a gatas para infligirle un severo castigo. Bajo el efecto del dolor, Valérie no pudo contener las lágrimas, y el espectáculo de aquella muchacha tan bonita deshecha en llanto me conmovió de forma extraña. Después de un minucioso aseo, Ghislaine nos ordenó que volviéramos a vestirnos antes de bajar a cenar. Allí me reuní con mi Amo, que se había sentado junto a Patrick. Feliz y orgullosa tras cumplir la misión que se me había encomendado, propuse que destináramos los trescientos francos de mi trabajo a un champán Gran Reserva. Acabamos la velada en La Coupole, y lo cierto es que nuestra entrada en la brasserie causó sensación. Pierre me llevaba atada por la correa con toda naturalidad y Ghislaine y Patrick nos precedían. Yo espiaba las miradas pasmadas de los clientes. Descubrí así