Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 60

60 exacerbar su excitación, puesto que, al apoderarme del miembro, me apoderaba también del hombre. Yo estaba allí para que Alain saciara sus más bajos instintos y sus fantasías más viles, y no quería decepcionarlo. Deseaba sorprenderlo por mi solicitud y por el hambre de placer que encendía de pronto mis entrañas. La verga, que ahora había alcanzado todo su esplendor, no podía ofrecer un aspecto más obsceno. Quise lavarla, pero Alain no me dio tiempo. Después de ordenarle secamente a Valérie que dejara de masturbarlo, me ordenó por señas que me tendiera en la cama, me separó las piernas y, tras colocarlas en alto, me penetró sin contemplaciones y sin que yo estuviera preparada. Aunque, en realidad, desde que lo había visto no había hecho sino esperar el momento en que aquel desconocido, a quien el simple poder del dinero le permitía utilizar mi cuerpo, me poseyera sin consideración alguna. Luego, tras ordenar a Valérie que se tendiera a su vez, la tomó con la misma brutalidad que a mí. Para cumplir sus deseos, separé los muslos antes de ponerme a gatas, con el culo en pompa, como una potranca a punto de ser montada. Aunque estaba muy excitada, no creía que pudiera gozar. Asumía el papel que me había exigido que desempeñara y me sentía realmente en la piel de una puta. Mi personalidad se desdoblaba, y ya no era Laïka, sino «la putita de mi Amo». El hecho de no gozar distaba mucho de molestarme, pues una prostituta no debe obtener placer. Y aunque el personaje que encarnaba me permitía superar- me a mí misma, el hombre y su miembro no me procuraban un placer físico real. No era más que una curandera, una ayuda médica, una masajista, una trabajadora manual que se vendía por un precio concertado. Por primera vez, me prestaba a realizar hasta las últimas consecuencias la fantasía que obsesionaba a Pierre y a la que hasta entonces siempre me había negado. « ¿Cuál de las dos quiere recibirme?», Preguntó Alain con voz ronca. Contesté espontáneamente que yo lo deseaba. Entonces me ordenó que le hiciera una felación mientras Valérie acariciaba la parte de su sexo que quedara accesible. Me apliqué a chupar con fervor la verga inflamada que se encabritaba bajo mi lengua. Alcanzó tal volumen que tuve ciertas dificultades para llevarlo a la cumbre del placer. El miembro