Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 53
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Amo, me había con- vertido en la digna putita que él deseaba que fuera.
11 - El cinturón de castidad
Recibí por correo un regalo que el Amo Patrick había confeccionado para mí. Se
trataba de un cinturón de castidad que no sabría cómo calificar. Si no temiera resultar
trivial podría decir sencillamente que era bello, pero también era elegante, aterrador,
impresionante, con clase...
Deseosa de probar de inmediato el artilugio, me lo puse como sí de unas simples
bragas: se tratara. Sentado frente a mí, Pierre contemplaba apreciativamente los
exagerados contoneos que yo daba, deseosa de gustarle y con la esperanza de que
aquella sesión de ensayo evolucionara con rapidez. El cinturón de castidad era
exactamente de mi talla. Llevado por un lógico afán de eficacia, su creador había
abierto dos orificios que permitían el paso de pequeños artefactos cilíndricos.
Cumpliendo órdenes de Pierre, me entregué a las tareas domésticas rutinarias
equipada de esa guisa, bajo su mirada atenta y ardiente. Mi Amo me observaba con
súbita voluptuosidad mientras yo pasaba el aspirador por la moqueta, inclinándome
hacia delante para introducir el tubo por debajo de los muebles rústicos que decoran
nuestra casa.
Llegó entonces la hora de irme a clase, pues las intensas actividades organizadas por
mi dueño y señor no me impedían asistir al segundo curso de carrera. Temerosa de que
alguna de mis amigas me sorprendiera con mis arreos y adivinara la naturaleza de la
pasión que me unía a Pierre, me separé no sin pesar de aquel accesorio simbólico y
excitante. Estaba ya a punto de irme cuando mi Amo me ordenó que me quitara las
bragas para que caminara por las calles de la ciudad sin nada debajo de la ropa, tal y
como correspondía a mi condición de esclava sumisa.