Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 14
14
el ano. Sorprendida por el dolor, reaccioné con insolencia y traté de escapar del dedo,
que no dejaba de penetrarme. El que me violaba de ese modo, sin preparación alguna,
no daba su brazo a torcer. Volví a rebelarme, y me agité hasta conseguir por fin
liberarme.
Sobrevino entonces un largo silencio, sólo perturbado por unos murmullos que en
vano me esforzaba por entender. Incapaz de defenderme, sentí que me levantaban del
suelo y que me ataban con fuerza los pies y las manos a una cruz. En esa postura, que
favorecía el examen de mi cuerpo, el dedo se hundió de nuevo en mi ano, arrancándome
un auténtico grito de horror y de dolor del que aún hoy me avergüenzo. Arqueé el
cuerpo con todas mis fuerzas y el dedo se retiró con la misma brutalidad con que había
entrado. Entonces el dedo se paseó por mis labios, los separó y los abrió para
impregnarme la boca con el sabor acre de mi cavidad. No pude reprimir una náusea de
asco, debida sobre todo a la humillación que sentía.
Era tal mi repugnancia que p [