Literatura BDSM La Atadura ( Vanessa Duriés ) | Page 10
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2 - Las reglas del juego
La relación de poder que se establece en el amo y su esclavo es sutil y delicada. Por
eso es necesario que los esclavos sepan indicar a sus amos los límites que no deben
franquearse. La autoridad absoluta se funda en un complejo juego de equilibrios, y el
menor paso en falso rompe la armonía y hace que la consideración que sentían el uno
por el otro se resquebraje. Todo ser humano tiene sus límites, y el esclavo no es una
excepción. Ningún amo debe transgredir los límites morales o físicos aceptados por el
esclavo o la esclava. Y cualquier quebrantamiento de esta regla puede ser mortal.
De ahí que sea tan extremadamente difícil el papel que interpreta el amo, pues éste
debe adaptarse a la personalidad y a la capacidad de obediencia y de resistencia de cada
esclavo. Ni el uno ni el otro deben jamás defraudar. El esclavo tiene que conceder al
amo los privilegios de su función; ha de proporcionarle el placer embriagador de
dominar a un ser receptivo, sumiso, pero que de vez en cuando sepa dar pruebas de
cierta independencia, sepa desobedecer con discernimiento, ya que el consiguiente
castigo será fuente de placer para ambos. El arte de desobedecer implica un perfecto
conocimiento de los deseos del amo, y eso sin hablar de amor, pues es ésta una palabra
que nadie menciona en el curso de la contienda.
El juego sólo surge cuando se da esta excepcional relación de fuerzas. Someterse,
desobedecer y sufrir el castigo correspondiente constituyen las delicadas alternancias a
las que por nada del mundo querría sustraerme.
Y la tensión nunca debe dejar de aumentar. El papel del esclavo estriba en
entregarse siempre de un modo absoluto, sea quien sea la persona encargada de
someterlo y cualesquiera que sean las prácticas. La resistencia a las humillaciones, a las
coacciones y al dolor centuplica la intensidad y el aspecto mental del combate.