Literatura BDSM Justine o Los Infortunios de La Virtud (Sade) | Page 63

La quinta tenía treinta y dos años; estaba preñada de cuatro meses, un rostro ovalado, un poco triste, con grandes ojos llenos de expresión, muy pálida, una salud delicada, una voz tierna, y escasa lozanía; libertina por naturaleza: se agotaba, me dijeron, a sí misma. La sexta tenía treinta y tres años; una mujer alta, bien plantada, el rostro más hermoso del mundo, bellas carnes. La séptima tenía treinta y ocho años; un auténtico modelo de estatura y de belleza; era la decana de mi cámara; Omphale me previno de su maldad, y principalmente del gusto que sentía por las mujeres. —Ceder es la auténtica manera de gustarle —me dijo mi compañera—; resistírsele es concitar sobre la propia cabeza todos los males que pueden afligirnos en esta casa. Ya verás qué haces. Omphale pidió a Ursule, que así se llamaba la decana, permiso para instruirme; Ursule le consintió con la condición de que fuera a besarla. Me acerqué a ella: su lengua impura quiso reunirse con la mía, mientras sus dedos se empeñaban en provocar unas sensaciones que estaba muy lejos de conseguir. A pesar mío, sin embargo, tuve que prestarme a todo, y cuando creyó haber vencido, me despidió a mi cuarto de aseo, donde Omphale me habló de la siguiente manera: —Todas las mujeres que viste ayer, querida Thérèse, y las que acabas de ver, se dividen en cuatro clases de cuatro mujeres cada una de ellas. La primera es llamada la clase de la infancia: abarca las mujeres desde la más tierna edad hasta los dieciséis años; las distingue un traje blanco. »La segunda clase, cuyo color es el verde, se llama la clase de la juventud; comprende las mujeres de dieciséis a veinte años. »La tercera clase es la edad del juicio; viste de azul; va de los veintiuno a los treinta; es en la que estamos nosotras dos. »La cuarta clase, vestida de castaño dorado, está destinada a la edad madura; la forman todas las que pasan de los treinta años. »Estas mujeres o bien se mezclan indistintamente en las cenas de los reverendos padres, o aparecen allí por clases: todo depende del capricho de los frailes, pero, al margen de las cenas, están mezcladas en l