Literatura BDSM Justine o Los Infortunios de La Virtud (Sade) | Page 58

tarda en pegarse a la mía; me aparto con horror, pero me dan a entender que todas mis resistencias no son más que remilgos inútiles, y que lo mejor que puedo hacer es imitar a mis compañeras. —Ya puedes imaginar —me dice el padre Severino— que no serviría de nada intentar resistirte en el retiro inabordable en que te hallas. Dices que has pasado muchas desgracias; para una joven virtuosa faltaba, sin embargo, la mayor de todas ellas en la lista de tus infortunios. ¿No era ya hora de que esa altiva virtud naufragara?, ¿es posible seguir siendo casi virgen a los veintidós años? Aquí tienes compañeras que, como tú, quisieron resistirse al entrar y que, como tú harás prudentemente, acabaron por someterse cuando vieron que su defensa sólo podía llevarlas a malos tratos. Pues es bueno decírtelo, Thérèse —continuó el superior, mostrándome disciplinas, varas, férulas, azotes, cuerdas y otras mil variedades de instrumentos de tortura...—. Sí, es bueno que lo sepas: eso es lo que utilizamos con las muchachas rebeldes; tú misma comprobarás si merece la pena que te convenzamos de ello. Por otra parte, ¿qué reclamarías aquí? ¿La equidad?, no la conocemos; ¿la humanidad?, nuestro único placer es violar sus leyes; ¿la religión?, no existe para nosotros, nuestro desprecio por ella aumenta debido a que la conocemos más; ¿parientes... a