Literatura BDSM Justine o Los Infortunios de La Virtud (Sade) | Page 49

Rosalie, el cruel retorno a ellos mismos! ¡Y cómo el remordimiento que lo acompaña debe hacerles pagar caro el instante de error que los cegaba! Ese es el estado en el que hay que juzgar al hombre para regular su propia conducta: no es ni en la ebriedad, ni en el arrebato de una fiebre ardiente donde debemos creer lo que dice, sino cuando su razón apaciguada, gozando de toda su energía, busca la verdad, la adivina y la ve. Entonces deseamos por nosotros mismos al Ser santo antes desconocido; le imploramos, nos consuela; le rezamos, nos escucha. ¿Eh? ¿Por qué negaría entonces, por qué desconocería, ese objeto tan necesario para la felicidad? ¿Por qué preferiría decir con el hombre extraviado: «No hay Dios», cuando el corazón del hombre razonable me ofrece, en cualquier instante, las pruebas de la existencia de ese Ser divino? ¿No es mejor, pues, soñar con los locos que pensar justamente con los cuerdos? Todo se desprende, en cualquier caso, de este primer principio: en tanto que existe un Dios, ese Dios merece un culto, y la base principal de ese culto es incontestablemente la virtud. De esta ́