Literatura BDSM Justine o Los Infortunios de La Virtud (Sade) | Page 13
bondades.
Tienes que sentir lo indigna que eres de ello después de tu conducta de ayer. Desnúdate, y si sigues
ofreciendo la más ligera resistencia a mis deseos, dos hombres te esperan en mi antecámara para llevarte a
un lugar del que no saldrás en toda tu vida.
—¡Oh, señor! —digo llorando y precipitándome a las rodillas de aquel hombre bárbaro—, cambiad de
idea, os lo suplico. Mostraos generoso para ayudarme sin exigir de mí lo que me cuesta tanto que os
ofrecería mi vida antes que someterme a ello... Sí, prefiero morir mil veces que infringir los principios
que he recibido en mi infancia... Señor, señor, no me obliguéis, os lo suplico. ¿Podéis concebir la dicha en
medio de disgustos y de lágrimas? ¿Os atrevéis a esperar el placer donde sólo veréis repugnancias? Así
que hayáis consumado vuestro crimen el espectáculo de mi desesperación os colmará de
remordimientos...
Pero las infamias a las que se entregaba Dubourg me impidieron continuar. ¿Cómo había podido creerme
capaz de enternecer a un hombre que ya encontraba en mi propio dolor un acicate más a sus horribles
pasiones? ¡Creeréis, señora, que inflamándose con los agudos acentos de mis lamentos, saboreándolos
con inhumanidad, el indigno se preparaba él mismo para