Literatura BDSM Historia de O | 页面 81

—Dentro de un momento te perforaré a ti, O —dijo Anne-Marie—. No es nada, lo que cuesta más tiempo es poner las grapas para suturar la epider mis de encima con la mucosa de debajo. Es menos doloroso que el látigo. — ¿Sin dormirme? —exclamó O temblando. —Eso jamás —respondió Anne-Marie—. Sólo te ataremos un poco más fuerte que ayer. Es suficiente. Vamos. Ocho días después Anne-Marie quitaba a O las grapas y le ponía la anilla de prueba. Por ligero que fuera —más de lo que parecía, pues estaba hueco—, pesaba. Aquel duro metal que se veía perfectamente penetrar en la carne, parecía un instrumento de tortura. ¿Qué sería cuando le pusieran la segunda anilla, que aumentaría su peso? Aquel bárbaro aparato saltaría a la vista. —Desde luego —dijo Anne-Marie cuando O le hizo este comentario—. ¿Comprendes ya lo que desea Sir Stephen? Cualquiera que, en Roissy o en cualquier otra parte, te levante la falda, verá inmediatamente sus anillas en tu vientre y, si te hacen dar la vuelta, su marca en tus riñones. Tal vez algún día puedas l [X\