Literatura BDSM Historia de O | Página 57

aquel miedo, a pesar de la desesperación en la que la había sumido la traición de René, o tal vez también a causa de esta desesperación—, por primera vez, se abandonó a e por completo. Y por primera vez, tan dulces era sus ojos y tan sumisos cuando se cruzaron con los claros y ardientes de Sir Stephen, éste, bruscamente, se puso a hablarle en francés. —O voy a amordazarte porque quisiera azotarte hasta hacerte sangrar —le dijo—. ¿Me lo permites? —Soy suya. Estaba de pie en el centro del salón y sus brazos levantados y juntos, sujetos por los brazaletes de Roissy a una cadena que colgaba de una anilla del techo en el lugar que antes ocupaba una lámpara, hacían salir sus senos. Sir Stephen los acarició, los besó, después le besó la boca [