Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 98
resistirme a él ni un minuto? Sacudo la cabeza, indignada conmigo misma,
agradeciendo la interrupción de Taylor, y me avergüenza pensarlo.
Me pregunto qué haría Taylor para interrumpir en el pasado. ¿Qué habrá
visto? No quiero pensar en eso. Comida. Haré la comida. Me dedico a cortar las
patatas. ¿Qué querría Taylor? Mi mente se acelera… ¿tendrá que ver con Leila?
Diez minutos después, reaparecen, justo cuando la tortilla está lista.
Christian me mira; parece preocupado.
—Les informaré en diez minutos —le dice a Taylor.
—Estaremos listos —contesta Taylor, y sale de la estancia.
Yo saco dos platos calientes y los coloco sobre la encimera de la isla de la
cocina.
—¿Comemos?
—Por favor —dice Christian, y se sienta en uno de los taburetes de la
barra.
Ahora me observa detenidamente.
—¿Problemas?
—No.
Tuerzo el gesto. No va a contármelo. Sirvo la comida y me siento a su lado,
resignada a seguir sin saberlo.
Christian da un mordisco y dice, complacido:
—Está muy buena. ¿Te apetece una copa de vino?
—No, gracias.
He de mantener la cabeza clara contigo, Grey.
La tortilla sabe bien, pero no tengo mucha hambre. Sin embargo, como,
sabiendo que si no Christian me dará la lata. Al final él interrumpe nuestro silencio
reflexivo y pone la pieza clásica que oí antes.
—¿Qué es? —pregunto.
—Canteloube, Canciones de la Auvernia. Esta se llama «Bailero».
—Es preciosa. ¿Qué idioma es?
—Francés antiguo; occitano, de hecho.
—Tú hablas francés. ¿Entiendes lo que dice?
Recuerdo el francés perfecto que habló durante la cena con sus padres…
—Algunas palabras, sí. —Christian sonríe, visiblemente relajado—. Mi
madre tenía un mantra: «un instrumento musical, un idioma extranjero, un arte marcial».
Elliot habla español; Mia y yo, francés, Elliot toca la guitarra, yo el piano, y Mia el
violonchelo.
—Uau. ¿Y las artes marciales?
—Elliot hace yudo. Mia se plantó a los doce años y se negó.
Sonríe al recordarlo.
—Ojalá mi madre hubiera sido tan organizada.