Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 97
Resulta tan frustrante. Es tan atractivo y deseable… Aparto la mirada de su
embrujador aspecto.
—Te deseo, Anastasia —musita—. Lo adoro y lo odio, y adoro discutir
contigo. Esto es muy nuevo para mí. Necesito saber que estamos bien. Solo sé hacerlo
de esta forma.
—Mis sentimientos por ti no han cambiado —murmuro.
Su proximidad es irresistible, excitante. Esa atracción familiar está ahí,
todas mis terminaciones nerviosas me empujan hacia él, la diosa que llevo dentro se
siente de lo más libidinosa. Contemplo la sombra del vello asomando por su camisa y
me muerdo el labio, indefensa, dominada por el deseo… quiero saborearle, justo ahí.
Está muy cerca, pero no me toca. Su ardor calienta mi piel.
—No voy a tocarte hasta que me digas que sí, que lo haga —murmura—.
Pero ahora mismo, después de una mañana realmente espantosa, quiero hundirme en ti
y olvidarme de todo excepto de nosotros.
Oh… Nosotros. Una combinación mágica, un pequeño y potente pronombre
que zanja el asunto. Levanto la cabeza para contemplar su hermoso aunque grave
semblante.
—Voy a tocarte la cara —suspiro.
Y veo la sorpresa reflejada brevemente en sus ojos antes de percibir que lo
acepta.
Levanto la mano, le acaricio la mejilla, y paso los dedos por su barba
incipiente. Él cierra los ojos, suspira y acerca la cara a mi caricia.
Se inclina despacio, y automáticamente mis labios ascienden para unirse a
los suyos. Se cierne sobre mí.
—Sí o no, Anastasia.
—Sí.
Su boca se cierra suavemente sobre la mía, logra separar mis labios
mientras sus brazos me rodean y me atrae hacia sí. Me pasa la mano por la espalda,
enreda los dedos en el cabello de mi nuca y tira con delicadeza, mientras pone la otra
mano sobre mi trasero y me aprieta contra él. Yo gimo bajito.
—Señor Grey.
Taylor tose y Christian me suelta inmediatamente.
—Taylor —dice con voz gélida.
Me doy la vuelta y veo a Taylor, incómodo, de pie en el umbral. Christian y
Taylor se miran y se comunican de algún modo, sin palabras.
—En mi estudio —espeta Christian.
Y Taylor cruza con brío el salón.
—Lo dejaremos para otro momento —me susurra Christian, antes de salir
detrás de Taylor.
Yo respiro profundamente para tranquilizarme. ¿Es que no soy capaz de