Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 96
—¿Cuánto más va a durar esto? —pregunta, pasándose una mano por el
pelo.
Me encojo de hombros.
—Por lo menos hasta que comamos.
Un gesto risueño se dibuja en su boca. Se da la vuelta, coge el mando de la
encimera y apaga la música.
—¿Pusiste tú eso en tu iPod? —pregunto.
Niega con la cabeza, con expresión lúgubre, y entonces sé que fue ella: la
Chica Fantasma.
—¿No crees que en aquel momento intentaba decirte algo?
—Bueno, visto a posteriori, probablemente —dice en tono inexpresivo.
Lo cual demuestra mi teoría: empatía cero. Mi subconsciente cruza los
brazos y chasquea los labios con gesto de disgusto.
—¿Por qué la tienes todavía?
—Me gusta bastante la canción. Pero si te incomoda la borro.
—No, no pasa nada. Me gusta cocinar con música.
—¿Qué te gustaría oír?
—Sorpréndeme.
Sonríe satisfecho y se dirige hacia el iPod mientras yo continúo batiendo.
Al cabo de un momento la voz dulce, celestial y conmovedora de Nina
Simone inunda el salón. Es una de las preferidas de Ray: «I Put a Spell on You». Te he
lanzado un hechizo…
Me ruborizo y me vuelvo a mirar a Christian. ¿Qué intenta decirme? Él me
lanzó un hechizo hace mucho tiempo. Oh, Dios… su mirada ha cambiado, la levedad
del momento ha desaparecido, sus ojos son más oscuros, más intensos.
Le miro, embelesada, mientras despacio, como el depredador que es, me
acecha al ritmo de la lenta y sensual cadencia de la música. Va descalzo, solo lleva una
camisa blanca por fuera de los vaqueros, y tiene una actitud provocativa.
Nina canta «Tú eres mío» mientras él se pone a mi lado, con intenciones
claras.
—Christian, por favor —susurro, con el batidor ya inútil en mi mano.
—¿Por favor qué?
—No hagas eso.
—¿Hacer qué?
—Esto.
Se planta frente a mí y baja la vista para mirarme.
—¿Estás segura?
Exhala y alarga la mano, me coge el batidor y lo vuelve a dejar en el bol
con los huevos. Mi corazón da un vuelco. No quiero esto… Sí quiero esto…
desesperadamente.