Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 75
Yo miro fijamente esos ojos grises fascinantes e indescifrables.
—Sé que tienes ganas —me susurra.
Enrojezco, y la desagradable idea de que probablemente Leila era capaz de
hacerlo se cuela de forma involuntaria e inoportuna en mi mente. Aprieto los labios y
Christian me mira inquieto.
—¿Qué? —pregunta preocupado.
—Nada. —Niego con la cabeza—. Está bien, conoceré a Claude.
—¿En serio?
El rostro de Christian se ilumina con incrédulo asombro. Su expresión me
hace sonreír. Parece que le ha tocado la lotería, aunque seguramente él nunca ha
comprado un billete… no lo necesita.
—Sí, vaya… Si te hace tan feliz… —digo en tono burlón.
Él tensa los brazos que me rodean y me besa el cuello.
—No tienes ni idea —susurra—. ¿Y qué te gustaría hacer hoy?
Me acaricia con la boca, provocándome un delicioso cosquilleo por todo el
cuerpo.
—Me gustaría cortarme el pelo y… mmm… tengo que ingresar un talón y
comprarme un coche.
—Ah —dice con cierto deje de sufuciencia, y se muerde el labio.
Aparta una mano de mí, la mete en el bolsillo de sus vaqueros y me entrega
las llaves de mi pequeño Audi.
—Aquí tienes —dice en voz baja con gesto incierto.
—¿Qué quieres decir con «Aquí tienes»?
Vaya. Parezco enfadada. Maldita sea. Estoy enfadada. ¡Cómo se atreve!
—Taylor lo trajo ayer.
Abro la boca y la cierro, y repito dos veces el proceso, pero me he
quedado sin palabras. Me está devolviendo el coche. Maldición, maldición… ¿Por qué
no lo he visto venir? Bueno, yo también puedo jugar a este juego. Rebusco en el
bolsillo de mis pantalones y saco el sobre con su talón.
—Toma, esto es tuyo.
Christian me mira intrigado, y al reconocer el sobre levanta ambas manos y
se separa de mí.
—No, no. Ese dinero es tuyo.
—No. Me gustaría comprarte el coche.
Cambia completamente de expresión. La furia —sí, la furia— se apodera
de su rostro.
—No, Anastasia. Tu dinero, tu coche —replica.
—No, Christian. Mi dinero, tu coche. Te lo compraré.
—Yo te regalé ese coche por tu graduación.
—Si me hubieras comprado una pluma… eso hubiera sido un regalo de