Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 71
Quiero saber qué está pasando. No conseguirás despistarme con sexo.
Él se pasa la mano por el pelo, exasperado.
—Sí, por favor —dice, pero veo que esto le irrita.
Pongo el hervidor al fuego y me ocupo de las tazas y la tetera. Mi ansiedad
ha superado el nivel de ataque inminente. ¿Va a explicarme el problema? ¿O voy a
tener que sonsacárselo?
Percibo que me está mirando: capto su incertidumbre, y su rabia es
palpable. Levanto la vista, y sus ojos brillan de aprensión.
—¿Qué pasa? —pregunto con cariño.
Él sacude la cabeza.
—¿No piensas contármelo?
Suspira y cierra los ojos.
—No.
—¿Por qué?
—Porque no debería importarte. No quiero que te veas involucrada en esto.
—No debería importarme, pero me importa. Ella me encontró y me abordó
a la puerta de mi oficina. ¿Cómo es que me conoce? ¿Cómo es que sabe dónde trabajo?
Me parece que tengo derecho a saber qué está pasando.
Él vuelve a pasarse la mano por el pelo, con evidente frustración, como si
librara una batalla interior.
—¿Por favor? —pregunto bajito.
Su boca se convierte en una línea tensa, y me mira poniendo los ojos en
blanco.
—De acuerdo —dice, resignado—. No tengo ni idea de cómo te encontró.
A lo mejor por la fotografía de nosotros en Portland, no sé.
Vuelve a suspirar y noto que dirige su frustración hacia sí mismo.
Espero con paciencia y vierto el agua hirviendo en la tetera, mientras él
camina nervioso de un lado para otro. Al cabo de un momento, continúa:
—Mientras yo estaba contigo en Georgia, Leila se presentó sin avisar en mi
apartamento y le montó una escena a Gail.
—¿Gail?
—La señora Jones.
—¿Qué quieres decir con que «le montó una escena»?
Me mira, tanteando.
—Dime. Te estás guardando algo.
Mi tono suena más contundente de lo que pretendía.
Él parpadea, sorprendido.
—Ana, yo…
Se calla.
—¿Por favor?