Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 64

—Todavía puedo tumbarte en mis rodillas. Yo pongo los boles en el fregadero. —¿Tienes esas bolas plateadas? Él se palpa el torso, el estómago y los bolsillos de los vaqueros. —Muy graciosa. No voy por ahí con un juego de recambio. En el despacho no me sirven de mucho. —Me alegra mucho oír eso, señor Grey, y creí que habías dicho que el sarcasmo era la expresión más baja de la inteligencia. —Bien, Anastasia, mi nuevo lema es: «Si no puedes vencerles, únete a ellos». Le miro boquiabierta. No puedo creer que acabe de decir eso. Y él me sonríe satisfecho y por lo visto perversamente encantado consigo mismo. Se da la vuelta, abre el congelador y saca una tarrina del mejor Ben amp; Jerry’s de vainilla. —Esto servirá. —Me mira con sus ojos turbios—. Ben amp; Jerry’s amp; Ana —añade, diciendo cada palabra muy despacio, pronunciando claramente todas las sílabas. Ay, madre. Creo que nunca más podré cerrar la boca. Él abre el cajón de los cubiertos y coge una cuchara. Cuando levanta la vista, tiene los ojos entornados y desliza la lengua por encima de los dientes de arriba. Oh, esa lengua. Siento que me falta el aire. Un deseo oscuro, atrayente y lascivo circula abrasador por mis venas. Va mos a divertirnos, con comida. —Espero que estés calentita —susurra—. Voy a enfriarte con esto. Ven. Me tiende la mano y le entrego la mía. Una vez en mi dormitorio, coloca el helado en la mesita, aparta el edredón de la cama, saca las dos almohadas y las apila en el suelo. —Tienes sábanas de recambio, ¿verdad? Asiento, observándole fascinada. Christian coge el Charlie Tango. —No enredes con mi globo —le advierto. Tuerce el labio hacia arriba a modo de media sonrisa. —Ni se me ocurriría, nena, pero quiero enredar contigo y esas sábanas. Siento una convulsión en todo el cuerpo. —Quiero atarte. Oh. —De acuerdo —susurro. —Solo las manos. A la cama. Necesito que estés quieta. —De acuerdo —asiento otra vez, incapaz de nada más. Él se acerca a mí, sin dejar de mirarme. —Usaremos esto. Coge el cinturón de mi bata con destreza lenta y seductora, deshace el nudo y lo saca de la prenda con delicadeza.