Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 63
fina. Parece un colegial tozudo.
—No se lo digas —dice.
—¿Que no les diga qué?
—Que soy el propietario. El principio de acuerdo se firmó ayer. La noticia
no se puede hacer pública hasta dentro de cuatro semanas, durante las cuales habrá
algunos cambios en la dirección de SIP.
—Oh… ¿me quedaré sin trabajo? —pregunto, alarmada.
—Sinceramente, lo dudo —dice Christian con sarcasmo, intentando
disimular una sonrisa.
—Si me marcho y encuentro otro trabajo, ¿comprarás esa empresa también?
—insinúo burlona.
—No estarás pensando en irte, ¿verdad?
Su expresión cambia, vuelve a ser cautelosa.
—Posiblemente. No creo que me hayas dejado otra opción.
—Sí, compraré esa empresa también —dice categórico.
Yo vuelvo a mirarle ceñuda. Es una situación en la que tengo las de perder.
—¿No crees que estás siendo excesivamente protector?
—Sí, soy perfectamente consciente de que eso es lo que parece.
—Que alguien llame al doctor Flynn —murmuro.
Él deja en el suelo el bol vacío y me mira impasible. Suspiro. No quiero
discutir. Me levanto y lo recojo.
—¿Quieres algo de postre?
—¡Ahora te escucho! —dice con una sonrisa lasciva.
—Yo no. —¿Por qué yo no? La diosa que llevo dentro despierta de su
letargo y se sienta erguida, toda oídos—. Tenemos helado. De vainilla —digo con una
risita.
—¿En serio? —La sonrisa de Christian se ensancha—. Creo que podríamos
hacer algo con eso.
¿Qué? Me lo quedo mirando estupefacta y él se pone de pie ágilmente.
—¿Puedo quedarme? —pregunta.
—¿Qué quieres decir?
—Toda la noche.
—Lo había dado por sentado —digo ruborizándome.
—Bien. ¿Dónde está el helado?
—En el horno.
Le sonrío con dulzura.
Inclina la cabeza a un lado, suspira y cabecea.
—El sarcasmo es la expresión más baja de la inteligencia, señorita Steele.
Sus ojos centellean.
Oh, Dios. ¿Qué planea?