Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 59
Uf… y eso me da una idea. La diosa que llevo dentro me aclama a gritos y
me pongo de rodillas ante él. Con dedos temblorosos y bastante torpeza, le desabrocho
el cinturón y la bragueta, después tiro de sus vaqueros y sus calzoncillos hacia abajo, y
lo libero. Uau.
Alzo la vista a través de las pestañas, y él me está mirando con… ¿qué?
¿Inquietud? ¿Asombro? ¿Sorpresa?
Da un paso a un lado para zafarse de los pantalones, se quita los calcetines,
y yo lo tomo en mi mano, y aprieto y tiro hacia atrás como él me ha enseñado. Gime y
se tensa, respirando con dificultad entre los dientes apretados. Con mucho tiento, me
meto su miembro en mi boca y chupo… fuerte. Mmm, sabe tan bien…
—Ah. Ana… oh, despacio.
Me coge la cabeza tiernamente, y yo le empujo más al fondo de mi boca, y
junto los labios, tan fuerte como puedo, me cubro los dientes y chupo fuerte.
—Joder —masculla.
Oh, es un sonido agradable, sugerente y sexy, así que vuelvo a hacerlo,
hundo la boca hasta el fondo y hago girar la lengua alrededor de la punta. Mmm… me
siento como Afrodita.
—Ana, ya basta. Para.
Vuelvo a hacerlo (suplica, Grey, suplica), y otra vez.
—Ana, ya has demostrado lo que querías —gruñe entre dientes—. No
quiero correrme en tu boca.
Lo hago otra vez, y él se inclina, me agarra por los hombros, me pone en
pie de golpe y me tira sobre la cama. Se quita la camisa por la cabeza, y luego, como
un buen chico, se agacha para sacar un paquetito plateado del bolsillo de sus vaqueros
tirados en el suelo. Está jadeando, como yo.
—Quítate el sujetador —ordena.
Me incorporo y hago lo que me dice.
—Túmbate. Quiero mirarte.
Me tumbo, y alzo la vista hacia él mientras saca el condón. Le deseo tanto.
Me mira y se relame.
—Eres preciosa, Anastasia Steele.
Se inclina sobre la cama, y lentamente se arrastra sobre mí, besándome al
hacerlo. Besa mis dos pechos y juguetea con mis pezones por turnos, mientras yo jadeo
y me retuerzo debajo de él, pero no se detiene.
No… Para. Te deseo.
—Christian, por favor.
—¿Por favor, qué? —murmura entre mis pechos.
—Te quiero dentro de mí.
—¿Ah, sí?
—Por favor.