Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 58
besos suaves y cariñosos por el trazado de mi dedo, y luego de vuelta.
—Mis vaqueros y las bragas —murmuro, y él, pegado a mi cuello, sonríe
antes de dejarse caer de rodillas ante mí.
Oh, me siento tan poderosa. Mete los pulgares en mis pantalones y me los
quita con cuidado por las piernas junto con mis bragas. Yo doy un paso al lado para
librarme de los zapatos y la ropa, de manera que me quedo solo con el sujetador. Él se
para y alza la mirada expectante, pero no se levanta.
—¿Ahora qué, Anastasia?
—Bésame —musito.
—¿Dónde?
—Ya sabes dónde.
—¿Dónde?
Ah, es implacable. Avergonzada, señalo rápidamente la cúspide de mis
muslos y él sonríe de par en par. Cierro los ojos, mortificada pero al mismo tiempo
increíblemente excitada.
—Oh, encantado —dice entre risas.
Me besa y despliega la lengua, su lengua experta en dar placer. Yo gimo y
me agarro a su cabello. Él no para, me rodea el clítoris con la lengua y me vuelve loca,
una vez y otra, una vuelta y otra. Ahhh… solo hace… ¿cuánto? Oh…
—Christian, por favor —suplico.
No quiero correrme de pie. No tengo fuerzas.
—¿Por favor qué, Anastasia?
—H azme el amor.
—Es lo que hago —susurra, exhalando suavemente en mi entrepierna.
—No. Te quiero dentro de mí.
—¿Estás segura?
—Por favor.
No ceja en su exquisita y dulce tortura. Gimo en voz alta.
—Christian… por favor.
Se levanta y me mira de arriba abajo, y en sus labios brilla la prueba de mi
excitación.
Es tan erótico…
—¿Y bien? —pregunta.
—¿Y bien, qué? —digo sin aliento y mirándole con un ansia febril.
—Yo sigo vestido.
Le miro boquiabierta y confundida.
¿Desnudarle? Sí, eso puedo hacerlo. Me acerco a su camisa y él da un paso
atrás.
—Ah, no —me riñe.
Por Dios, quiere decir los vaqueros.