Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 56
confundido.
—¿Nunca has picado una verdura?
—No.
Lo miro riendo.
—¿Te estás riendo de mí?
—Por lo visto hay algo que yo sé hacer y tú no. Reconozcámoslo, Christian,
creo que esto es nuevo. Ven, te enseñaré.
Le rozo y se aparta. La diosa que llevo dentro se incorpora y observa.
—Así —digo, mientras corto el pimiento rojo y aparto las semillas con
cuidado.
—Parece bastante fácil.
—No deberías tener ningún problema para conseguirlo —le aseguro con
ironía.
Él me observa impasible un momento y después se pone a ello, mientras yo
comienzo a preparar los dados de pollo. Empieza a cortar, con cuidado, despacio. Por
favor… así estaremos aquí todo el día.
Me lavo las manos y busco el wok, el aceite y los demás ingredientes que
necesito, rozándole repetidas veces: con la cadera, el brazo, la espalda, las manos.
Toquecitos inocentes. Cada vez que lo hago, él se queda muy quieto.
—Sé lo que estás haciendo, Anastasia —murmura sombrío, mientras sigue
aún con el primer pimiento.
—Creo que se llama cocinar —digo, moviendo las pestañas.
Cojo otro cuchillo y me coloco a su lado para pelar y cortar el ajo, las
chalotas y las judías verdes, chocando con él a cada momento.
—Lo haces bastante bien —musita mientras empieza con el segundo
pimiento rojo.
—¿Picar? —Le miro y aleteo las pestañas—. Son años de práctica.
Vuelvo a rozarle, está vez con el trasero. Él se queda inmóvil otra vez.
—Si vuelves a hacer eso, Anastasia, te follaré en el suelo de la cocina.
Oh, vaya, esto funciona.
—Primero tendrás que suplicarme.
—¿Me estás desafiando?
—Puede.
Deja el cuchillo y, lentamente, da un paso hacia mí. Le arden los ojos. Se
inclina a mi lado, apaga el gas. El aceite del wok deja de crepitar casi al instante.
—Creo que comeremos después —dice—. Mete el pollo en la nevera.
Esta es una frase que nunca habría esperado oír de labios de Christian
Grey, y solo él puede hacer que suene erótica, muy erótica. Cojo el bol con los dados
de pollo, le pongo un plato encima con manos algo temblorosas y lo guardo en la
nevera. Cuando me doy la vuelta, él está a mi lado.