Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | 页面 326
Se queda muy quieto y me mira.
—Sí.
—¿Para acallar tus gritos?
Cierra los ojos, creo que con gesto exasperado.
—No, no son para eso.
¿Ah?
—Es un tema de control, Anastasia. ¿Sabes lo indefensa que te sentirías si
estuvieras atada y no pudieras hablar? ¿El grado de confianza que deberías mostrar,
sabiendo que yo tengo todo ese poder sobre ti? ¿Que yo debería interpretar tu cuerpo y
tu reacción, en lugar de oír tus palabras? Eso te hace más dependiente, y me da a mí el
control absoluto.
Trago saliva.
—Suena como si lo echaras de menos.
—Es lo que conozco —murmura.
Tiene los ojos muy abiertos y serios, y la atmósfera entre los dos ha
cambiado, como si ahora se estuviera confesando.
—Tú tienes poder sobre mí. Ya lo sabes —susurro.
—¿Lo tengo? Tú me haces sentir… vulnerable.
—¡No! —Oh, Cincuenta…—. ¿Por qué?
—Porque tú eres la única persona que conozco que puede realmente
hacerme daño.
Alarga la mano y me recoge un mechón de pelo por detrás de la oreja.
—Oh, Christian… esto es así tanto para ti como para mí. Si tú no me
quisieras…
Me estremezco, y bajo la vista hacia mis dedos entrelazados. Ahí radica mi
otra gran duda sobre nosotros. Si él no estuviera tan… destrozado, ¿me querría?
Sacudo la cabeza. Debo intentar no pensar en eso.
—Lo último que quiero es hacerte daño. Yo te amo —murmuro, y alargo las
manos para pasarle los dedos sobre las patillas y acariciarle con dulzura las mejillas.
Él inclina la cara para acoger esa caricia. Arroja la mordaza en el cajón y,
rodeándome por la cintura, me atrae hacia él.
—¿Hemos terminado ya con la exposición teórica? —pregunta con voz
suave y seductora.
Sube la mano por mi espalda hasta la nuca.
—¿Por qué? ¿Qué querías hacer?
Se inclina y me besa tiernamente, y yo, aferrada a sus brazos, siento que me
derrito.
—Ana, hoy han estado a punto de agredirte.
Su tono de voz es dulce, pero cauteloso.
—¿Y? —pregunto, gozando de su proximidad y del tacto de su mano en mi