Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 323

en los labios con el dedo índice—. ¿Así que siempre me enfado contigo? Esta mañana no estaba enfadado. Oh, eso es verdad. Sonrío al recordar a Christian cuando nos despertamos, y eso hace que deje de pensar en qué pasará con el cuarto de juegos. Esta mañana Cincuenta estuvo muy juguetón. —Tenías ganas de diversión. Me gusta el Christian juguetón. —¿Te gusta, eh? Arquea una ceja, y en su encantadora boca se dibuja una sonrisa, un tímida sonrisa. ¡Uau! —¿Qué es esto? —pregunto, sosteniendo esa especie de bala de plata. —Siempre ávida por saber, señorita Steele. Eso es un dilatador anal —dice con delicadeza. —Ah… —Lo compré para ti. ¿Qué? —¿Para mí? Asiente despacio, con expresión seria y cautelosa. Frunzo el ceño. —¿Compras, eh… juguetes nuevos para cada sumisa? —Algunas cosas. Sí. —¿Dilatadores anales? —Sí. Muy bien… Trago saliva. Dilatador anal. Es de metal duro… seguramente resulte bastante incómodo. Recuerdo la conversación que tuvimos después de mi graduación sobre juguetes sexuales y límites infranqueables. Creo recordar que dije que los probaría. Ahora, al ver uno de verdad, no sé si es algo que quiera hacer. Lo examino una vez más y vuelvo a dejarlo en el cajón. —¿Y esto? Cojo un objeto de goma, negro y largo. Consiste en una serie de esferas que van disminuyendo de tamaño, la primera muy voluminosa y la última muy pequeña. Ocho en total. —Un rosario anal —dice Christian observándome atentamente. ¡Oh! Las examino con horror y fascinación. Todas esas esferas, dentro de mí… ¡ahí! No tenía ni idea. —Causan un gran efecto si las sacas en mitad de un orgasmo —añade con total naturalidad. —¿Esto es para mí? —susurro. —Para ti. Asiente despacio. —¿Este es el cajón de los juguetes anales?