Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 294

—Me conoces bien. —Me gustaría conocerte mejor. —Volviendo a ti, Grey. ¿De qué iba tu pesadilla? —Lo de siempre. —Cuéntamelo. Traga saliva y se tensa antes de emitir un interminable suspiro. —Debo de tener como unos tres años, y el chulo de la puta adicta al crack vuelve a estar muy furioso. Fuma y fuma sin parar, un cigarrillo tras otro, y no encuentra un cenicero. Se calla, y un escalofrío aterrador me atenaza el corazón. —Duele —dice—. Lo que recuerdo es el dolor. Eso es lo que me provoca las pesadillas. Eso, y el hecho de que ella no hiciera nada para detenerle. Oh, Dios. Es insoportable. Le abrazo más fuerte, aferrándome a él con brazos y piernas, y trato de que mi desesperación no me asfixie. ¿Cómo puede alguien tratar así a un niño? Él levanta la cabeza y me clava su mirada gris e intensa. —Tú no eres como ella. Ni se te ocurra siquiera pensarlo. Por favor. Le miro y parpadeo. Me tranquiliza mucho oír eso. Él vuelve a apoyar la cabeza en mi pecho, y creo que ha terminado, pero me sorprende comprobar que continúa. —A veces, en mis sueños, ella está simplemente tumbada en el suelo. Y yo creo que está dormida. Pero no se mueve.