Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 288
mismo. Él es el niño destrozado. Eso tiene más lógica… o quizá no tenga la menor
lógica. Oh, todo esto es tan terriblemente complicado, y de pronto me siento exhausta.
Necesito dormir.
—¿Ana?
Me levanto, llevo mi plato al fregadero y tiro los restos de comida a la
basura.
—Ana, por favor.
Doy media vuelta y le miro.
—¡Basta ya, Christian! ¡Basta ya de «Ana, por favor»! —le grito, y las
lágrimas empiezan a correr por mis mejillas—. Ya he tenido bastante de toda esa
mierda por hoy. Me voy a la cama. Estoy cansada física y emocionalmente. Déjame.
Giro sobre mis talones y prácticamente echo a correr hacia el dormitorio,
llevándome conmigo el recuerdo de sus ojos abiertos mirándome atónitos. Es
agradable saber que yo también soy capaz de perturbarle. Me desvisto en un santiamén,
y después de rebuscar en su cómoda, saco una de sus camisetas y me dirijo al baño.
Me observo en el espejo y apenas reconozco a la bruja demacrada de
mejillas enrojecidas y ojos irritados que me devuelve la mirada, y esa imagen me
supera. Me derrumbo en el suelo y sucumbo a esa abrumadora emoción que ya no
puedo contener, estallando en tremendos sollozos que me desgarran el pecho, y
dejando por fin que las lágrimas se desborden libremente.