Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Página 274
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Christian postrado de rodillas a mis pies, reteniéndome con la firmeza de su
mirada gris, es la visión más solemne y escalofriante que he contemplado jamás… más
que Leila con su pistola. El leve aturdimiento producido por el alcohol se esfuma al
instante, sustituido por una creciente sensación de fatalidad. Palidezco y se me eriza
todo el vello.
Inspiro profundamente, conmocionada. No. No, esto es un error, un error
muy grave y perturbador.
—Christian, por favor, no hagas esto. Esto no es lo que quiero.
Él sigue mirándome con total pasividad, sin moverse, sin decir nada.
Oh, Dios. Mi pobre Cincuenta. Se me encoge el corazón. ¿Qué demonios le
he hecho? Las lágrimas que pugnan por brotar me escuecen en los ojos.
—¿Por qué haces esto? Háblame —musito.
Él parpadea una vez.
—¿Qué te gustaría que dijera? —dice en voz baja, inexpresiva, y el hecho
de que hable me alivia momentáneamente, pero así no…
No. ¡No!
Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas, y de repente me resulta
insoportable verle en la misma posición postrada que la de esa criatura patética que
era Leila. La imagen de un hombre poderoso, que en realidad sigue siendo un
muchacho, que sufrió terribles abusos y malos tratos, que se considera indigno del
amor de su familia perfecta y de su mucho menos perfecta novia… mi chico perdido…
La imagen es desgarradora.
Compasión, vacío, desesperación, todo eso inunda mi corazón, y siento una
angustia asfixiante. V a tener que luchar para recuperarle, para recuperar a mi
oy
Cincuenta.
Pensar en que yo pueda ejercer la dominación sobre alguien me resulta
atroz. Pensar en que yo ejerza la dominación s