Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 273

—No puedes hacerlo —suplica. —Christian… yo… Lucho por aclarar mis ideas. ¿Qué intento decir? Necesito tiempo, tiempo para asimilar todo esto. Dame tiempo. —¡No, no! —dice él. —Yo… Mira con desenfreno alrededor de la estancia buscando… ¿qué? ¿Una inspiración? ¿Una intervención divina? No lo sé. —No puedes irte, Ana. ¡Yo te quiero! —Yo también te quiero, Christian, es solo que… —¡No, no! —dice desesperado, y se lleva las manos a la cabeza. —Christian… —No —susurra, y en sus ojos muy abiertos brilla el pánico. De repente cae de rodillas ante mí, con la cabeza gacha, y las manos extendidas sobre los muslos. Inspira profundamente y se queda muy quieto. ¿Qué? —Christian, ¿qué estás haciendo? Él sigue mirando al suelo, no a mí. —¡Christian! ¿Qué estás haciendo? —repito con voz estridente. Él no se mueve—. ¡Christian, mírame! —ordeno aterrada. Él levanta la cabeza sin dudarlo, y me mira pasivamente con sus fríos ojos grises: parece casi sereno… expectante. Dios santo… Christian. El sumiso.