Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 256

¿Está Leila rondando por aquí cerca? ¿O nos hemos contagiado todos de la paranoia de Christian? ¿Forma parte esto de sus cincuenta sombras? Lo que daría por tener una inocente conversación de media hora con el doctor Flynn para averiguarlo. No se ve nada raro, solo Seattle a la hora del almuerzo: gente que sale a comer con prisas, que va de compras o a reunirse con amigos. Veo a dos mujeres jóvenes que se abrazan al encontrarse. Echo de menos a Kate. Solo hace dos semanas que se fue de vacaciones, pero me parecen las dos semanas más largas de mi vida. Han pasado tantas cosas… Kate no me creerá cuando se lo cuente. Bueno, se lo contaré parcialmente, una versión sujeta a un acuerdo de confidencialidad. Frunzo el ceño. Tengo que hablar con Christian de eso. ¿Cómo reaccionaría Kate si se enterase? Palidezco al pensarlo. Tal vez regrese con Ethan. Esa posibilidad me hace temblar de emoción, pero no lo creo probable. Seguramente se quedará en Barbados con Elliot. —¿Dónde se pone cuando está esperando y vigilando en la calle? —le pregunto a Sawyer mientras hacemos cola para la comida. Está situado delante de mí, de cara a la puerta, controlando continuamente la calle y a todo el que entra. Resulta inquietante. —Me siento en la cafetería que hay al otro lado de la calle, señorita Steele. —¿No es muy aburrido? —Para mí no, señora. Es a lo que me dedico —dice con frialdad. Me sonrojo. —Perdone, no pretendía… Al ver su expresión amable y comprensiva, me quedo sin palabras. —Por favor, señorita Steele. Mi trabajo es protegerla. Y eso es lo que hago. —¿Ni rastro de Leila, entonces? —No, señora. Frunzo el ceño. —¿Cómo sabe qué aspecto tiene? —He visto una fotografía suya. —Ah, ¿la lleva encima? —No, señora. —Se da un golpecito en la cabeza—. La guardo en la memoria. Pues claro. La verdad es que me gustaría mucho examinar bien una fotografía de Leila para ver cómo era antes de convertirse en la Chica Fantasma. Me pregunto si Christian me dejaría tener una copia. Sí, seguramente sí… por mi seguridad. Urdo un plan, y mi subconsciente se relame y asiente entusiasmada. *** Los folletos llegan a la oficina, y me alivia ver que han quedado muy bien. Llevo uno al despacho de Jack. Se le ilumina la mirada: no sé si es por mí o por el