Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 242

Oh, no. —Tiene veintimuchos años, Anastasia. Ya sabes, es un adulto que sabe lo que hace —añade enseguida, al interpretar correctamente mi expresión de repugnancia. —Tu edad —musito. —Mira, Anastasia, como le he dicho a Elena, ella forma parte de mi pasado. Tú eres mi futuro. No permitas que se entrometa entre nosotros, por favor. Y la verdad, ya estoy harto de este tema. V a trabajar un poco. —Se pone de pie y me oy mira—. Déjalo estar, por favor. Yo levanto la vista y le observo, tozuda. —Ah, casi me olvido —añade—. Tu coche ha llegado un día antes. Está en el garaje. Taylor tiene la llave. Uau… ¿el Saab? —¿Podré conducirlo mañana? —No. —¿Por qué no? —Ya sabes por qué no. Y eso me recuerda que, si vas a salir de la oficina, me lo hagas saber. Sawyer estaba allí, vigilándote. Por lo visto, no puedo fiarme de que cuides de ti misma —dice en tono de reproche, y consigue que vuelva a sentirme como una niña descarriada… otra vez. Y me dan ganas de volver a plantarle cara, pero ya está bastante exaltado por lo de Elena y no quiero presionarle más. Sin embargo no puedo evitar comentar: —Por lo visto, yo tampoco puedo fiarme de ti —digo entre dientes—. Podrías haberme dicho que Sawyer me estaba vigilando. —¿Quieres discutir por eso también? —replica. —No sabía que estuviéramos discutiendo. Creía que nos estábamos comunicando —mascullo malhumorada. Él cierra los ojos un segundo y hace esfuerzos para reprimir el mal genio. Yo trago saliva y le miro, ansiosa. No sé cómo acabará esto. —Tengo trabajo —dice en voz baja, y seguidamente sale de la habitación. Exhalo con fuerza. No me había dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Me tumbo otra vez en la cama, mirando el techo. ¿Alguna vez podremos tener una conversación que no termine en discusión? Resulta agotador. Simplemente, aún no nos conocemos bien. ¿Realmente quiero venirme a vivir con él? Ni siquiera sé si debería prepararle una taza de té o de café mientras está trabajando. ¿Debería interrumpirle? No tengo ni idea de qué le gusta y qué no. Es evidente que está harto de todo el tema de Elena… y tiene razón: tengo que olvidarlo. Dejarlo correr. Bien, al menos no espera que me haga amiga de ella, y confío en que ahora Elena deje de acosarme para que nos veamos. Salgo de la cama y voy hacia el ventanal. Abro la puerta del balcón y me