Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 205
Taylor asiente pero no sonríe. Me pregunto si le habrán amonestado
también. ¿Y por qué sigue trabajando todavía? Cuando le sonrío, asiente
educadamente. Christian me coge otra vez de la mano y me lleva a la biblioteca.
—Y, por supuesto, aquí ya has estado.
Christian abre la puerta. Señalo con la cabeza el tapete verde de la mesa de
billar.
—¿Jugamos? —pregunto.
Christian sonríe, sorprendido.
—Vale. ¿Has jugado alguna vez?
—Un par de veces —miento, y él entorna los ojos y ladea la cabeza.
—Eres una mentirosa sin remedio, Anastasia. Ni has jugado nunca ni…
—¿Te da miedo competir? —pregunto, pasándome la lengua por los labios.
—¿Miedo de una cría como tú? —se burla Christian con buen humor.
—Una apuesta, señor Grey.
—¿Tan segura está, señorita Steele? —Sonríe divertido e incrédulo al
mismo tiempo—. ¿Qué le gustaría apostar?
—Si gano yo, vuelves a llevarme al cuarto de juegos.
Se me queda mirando, como si no acabara de entender lo que he dicho.
—¿Y si gano yo? —pregunta, una vez recuperado de su estupefacción.
—Entonces, escoges tú.
Tuerce el gesto mientras medita la respuesta.
—Vale, de acuerdo. ¿A qué quieres jugar: billar americano, inglés o a tres
bandas?
—Americano, por favor. Los otros no los conozco.
De un armario situado bajo una de las estanterías, Christian saca un estuche
de piel alargado. En el interior forrado en terciopelo están las bolas de billar. Con
rapidez y eficiencia, coloca las bolas sobre el tapete. Creo que nunca he jugado en una
mesa tan grande. Christian me da un taco y un poco de tiza.
—¿Quieres sacar?
Finge cortesía. Está disfrutando: cree que va a ganar.
—Vale.
Froto la punta del taco con la tiza, y soplo para eliminar la sobrante. Miro a
Christian a través de las pestañas y su semblante se ensombrece.
Me coloco en línea con la bola blanca y, con un toque rápido y limpio,
impacto en el centro del triángulo con tanta fuerza que una bola listada sale rodando y
cae en la tornera superior derecha. El resto de las bolas han quedado diseminadas.
—Escojo las listadas —digo con ingenuidad y sonrío a Christian con
timidez.
Él asiente divertido.
—Adelante —dice educadamente.