Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 204

Salimos del vestidor y aprovecho el momento para calmarme, pero la adrenalina sigue circulando a raudales por mi cuerpo. Una pelea con Cincuenta no es algo que pueda tomarse a la ligera. Me da una vuelta por todo el apartamento, enseñándome las distintas habitaciones. Aparte del cuarto de juegos y tres dormitorios más en el piso de arriba, descubro con sorpresa que Taylor y la señora Jones disponen de un ala para ellos solos: una cocina, un espacioso salón y un cuarto para cada uno. La señora Jones todavía no ha vuelto de visitar a su hermana, que vive en Portland. En la planta baja me llama la atención un cuarto situado enfrente de su estudio: una sala con una inmensa pantalla de televisión de plasma y varias videoconsolas. Resulta muy acogedora. —¿Así que tienes una Xbox? —bromeo. —Sí, pero soy malísimo. Elliot siempre me gana. Tuvo gracia cuando creíste que mi cuarto de juegos era algo como esto. Me sonríe divertido, su arrebato ya olvidado. Gracias a Dios que ha recobrado el buen humor. —Me alegra que me considere graciosa, señor Grey —contesto con altanería. —Pues lo es usted, señorita Steele… cuando no se muestra exasperante, claro. —Suelo mostrarme exasperante cuando usted es irracional. —¿Yo? ¿Irracional? —Sí, señor Grey, irracional podría ser perfectamente su segundo nombre. —Yo no tengo segundo nombre. —Pues irracional le quedaría muy bien. —Creo que eso es opinable, señorita Steele. —Me interesaría conocer la opinión profesional del doctor Flynn. Christian sonríe. —Yo creía que Trevelyan era tu segundo nombre. —No, es un apellido. —Pues no lo usas. —Es demasiado largo. Ven —ordena. Salgo de la sala de la televisión detrás de él, cruzamos el gran salón hasta el pasillo principal, pasamos por un cuarto de servicio y una bodega impresionante, y llegamos al despacho de Taylor, muy amplio y bien equipado. Taylor se pone de pie cuando entramos. Hay espacio suficiente para albergar una mesa de reuniones para seis. Sobre un gran escritorio hay una serie de monitores. No tenía ni idea de que el apartamento tuviera circuito cerrado de televisión. Por lo visto controla la terraza, la escalera, el ascensor de servicio y el vestíbulo. —Hola, Taylor. Le estoy enseñando el apartamento a Anastasia.