Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 172
para secarlo con la toalla de forma lenta y algo torpe. Una, dos pasadas… y luego otra
vez. Él está completamente inmóvil y rígido por la tensión, salvo sus ojos, que siguen
mi mano que rodea la suya con firmeza.
Mi subconsciente observa con gesto de aprobación, su boca generalmente
fruncida ahora sonríe, y yo me siento como la suprema maestra titiritera. De la espalda
de Christian emanan oleadas de ansiedad, pero no deja de mirarme, aunque con ojos
más sombríos, más letales… que revelan sus secretos, quizá.
¿Quiero entrar en ese territorio? ¿Quiero enfrentarme a sus demonios?
—Creo que ya estás seco —murmuro, dejando caer la mano y observando
la inmensidad gris de su mirada en el espejo.
Tiene la respiración acelerada y los labios entreabiertos.
—Te necesito, Anastasia.
—Yo también te necesito.
Y al pronunciar esas palabras me impresiona su certeza absoluta. No puedo
imaginarme sin Christian, nunca.
—Déjame amarte —dice con voz ronca.
—Sí —contesto, y me da la vuelta, me toma entre sus brazos y sus labios
buscan los míos, implorándome, adorándome, apreciándome… amándome.
Me pasa los dedos a lo largo de la columna mientras nos miramos
mutuamente, sumidos en la dicha poscoital, plenos. Tumbados juntos, yo boca abajo
abrazando la almohada, él de costado, y yo gozando de la ternura de su caricia. Sé que
ahora mismo necesita tocarme. Soy un bálsamo para él, una fuente de consuelo, ¿y
cómo voy a negárselo? Yo siento exactamente lo mismo hacia él.
—Así que puedes ser tierno.
—Mmm… eso parece, señorita Steele.
Sonrío complacida.
—No lo fuiste especialmente la primera vez que… hicimos esto.
—¿No? —dice malicioso—. Cuando te robé la virtud.
—No creo que la robaras —musito con picardía. Por Dios, no soy una
doncella indefensa—. Creo que yo te entregué mi virtud bastante libremente y de buen
grado. Yo también lo deseaba y, si no recuerdo mal, disfruté bastante.
Le sonrío con timidez y me muerdo el labio.
—Como yo, si mal no recuerdo, señorita Steele. Mi único objetivo es
complacer —añade y adquiere una expresión seria y relajada—. Y eso significa que
eres mía, totalmente.
Ha desaparecido todo rastro de ir