Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 170
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No puedo reprimir el júbilo. Mi subconsciente me mira con la boca abierta,
en silencio, atónita, y, con una amplia sonrisa grabada en la cara, levanto la vista
anhelante hacia los ojos torturados de Christian.
Su expresión tierna y dulce, como si buscara absolución, me conmueve a un
nivel profundo y primario; sus dos pequeñas palabras son como maná celestial. Siento
de nuevo el escozor del llanto en los ojos. Sí, me quieres. Sé que me quieres.
Ser consciente de ello es muy liberador, como si me hubiera deshecho de
un peso aplastante. Este hombre hermoso y herido, a quien un día consideré mi héroe
romántico —fuerte, solitario, misterioso—, posee todos esos rasgos, pero también es
frágil e inestable, y lleno de odio hacia sí mismo. Mi corazón está rebosante de alegría,
pero también de dolor por su sufrimiento. Y en este momento sé que mi corazón es lo
bastante grande para los dos. Confío… en que sea lo bastante grande para los dos.
Alzo la mano para tocar su querido y apuesto rostro, y le beso con dulzura,
vertiendo todo el amor que siento en esta cariñosa caricia. Quiero devorarle bajo esta
cascada de agua caliente. Christian gime y me rodea entre sus brazos, y se aferra a mí
como si fuera el aire que necesita para respirar.
—Oh, Ana —musita con voz ronca—. Te deseo, pero no aquí.
—Sí —murmuro febril junto a su boca.
Cierra el grifo de la ducha y me da la mano, me lleva fuera y me envuelve
con el albornoz. Coge una toalla, se la