Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 140

Me callo. ¿Qué le estoy pidiendo que haga? ¿Abandonarla? ¿Dejar de verla? ¿Puedo hacer eso? —Tengo que ir al baño —digo al fin con gesto adusto. Él suspira e inclina la cabeza a un lado. ¿Se puede ser más sensual? ¿Es la máscara, o simplemente él? —Por favor, no te enfades. Yo no sabía que ella estaría aquí. Dijo que no vendría. —Emplea un tono apaciguador, como si hablara con una niña. Alarga la mano y resigue con el pulgar el mohín que dibuja mi labio inferior—. No dejes que Elena nos estropee la noche, por favor, Anastasia. Solo es una vieja amiga. «Vieja», esa es la palabra clave, pienso con crueldad mientras él me levanta la barbilla y sus labios rozan mi boca con dulzura. Yo suspiro y pestañeo, rendida. Él se yergue y me sujeta del codo. —Te acompañaré al tocador y así no volverán a interrumpirte. Me conduce a través del jardín hasta los lujosos baños portátiles. Mia me dijo que los habían instalado para la gala, pero no sabía que hubiera modelos de lujo. —Te espero aquí, nena —murmura. Cuando salgo, estoy de mejor humor. He decidido no dejar que la señora Robinson me arruine la noche, porque seguramente eso es lo que ella quiere. Christian se ha alejado un poco y habla por teléfono, apartado de un reducido grupo que está charlando y riendo. A medida que me acerco, oigo lo que dice. —¿Por qué cambiaste de opinión? Creía que estábamos de acuerdo. Bien, pues déjala en paz —dice muy seco—. Esta es la primera relación que he tenido en mi vida, y no quiero que la pongas en peligro basándote en una preocupación por mí totalmente infundada. Déjala… en… paz. Lo digo en serio, Elena. —Se calla y escucha —. No, claro que no. —Y frunce ostensiblemente el ceño al decirlo. Levanta la vista y me ve mirándole—. Tengo que dejarte. Buenas noches. Aprieta el botón y cuelga. Yo inclino la cabeza a un lado y arqueo una ceja. ¿Por qué la ha telefoneado? —¿Cómo está la vieja amiga? —De mal humor —responde mordaz—. ¿Te apetece volver a bailar? ¿O quieres irte? —Consulta su reloj—. Los fuegos artificiales empiezan dentro de cinco minutos. —Me encantan los fuegos artificiales. —Pues nos quedaremos a verlos. —Me pasa un brazo alrededor del hombro y me atrae hacia él—. No dejes que ella se interponga entre nosotros, por favor. —Se preocupa por ti —musito. —Sí, y yo por ella… como amiga. —Creo que para ella es más que una amistad.