Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 14
Yo levanto la vista y Jack me hace un gesto, aunque no sé qué ve a través
del cristal oscuro. Le devuelvo el saludo.
—¿Quién es ese? —suelta Christian.
—Mi jefe.
Miro a hurtadillas al guapísimo hombre que tengo al lado y que contrae los
labios con firmeza.
—¿Bueno? ¿Tu última comida?
—Christian, la verdad es que eso no es asunto tuyo —murmuro,
sintiéndome extraordinariamente valiente.
—Todo lo que haces es asunto mío. Dime.
No, no lo es. Yo gruño fastidiada, pongo los ojos en blanco, y Christian
entorna la mirada. Y por primera vez en mucho tiempo tengo ganas de reír. Inte nto
reprimir esa risita que amenaza con escaparse. Christian suaviza el gesto mientras yo
me esfuerzo en poner cara seria, y veo que la sombra de una sonrisa aflora a sus
maravillosos labios perfilados.
—¿Bien? —pregunta en un tono más conciliador.
—Pasta alla vongole, el viernes pasado —susurro.
Él cierra los ojos, y la ira, y posiblemente el pesar, barren su rostro.
—Ya —dice con una voz totalmente inexpresiva—. Diría que desde
entonces has perdido cinco kilos, seguramente más. Por favor, come, Anastasia —me
reprende.
Yo bajo la vista hacia los dedos, que mantengo unidos en el regazo. ¿Por
qué siempre hace que me sienta como una niña descarriada?
Se gira hacia mí.
—¿Cómo estás? —pregunta, todavía con voz suave.
Pues, la verdad, estoy destrozada… Trago saliva.
—Si te dijera que estoy bien, te mentiría.
Él inspira intensamente.
—Yo estoy igual —musita, se inclina hacia mí y me coge la mano—. Te
echo de menos —añade.
Oh, no. Piel con piel.
—Christian, yo…
—Ana, por favor. Tenemos que hablar.
Voy a llorar. No.
—Christian, yo… por favor… he llorado mucho —añado, intentando
controlar mis emociones.
—Oh, cariño, no. —Tira de mi mano y sin darme cuenta estoy sobre su
regazo. Me ha rodeado con sus brazos y ha hundido la nariz en mi pelo—. Te he
echado tanto de menos, Anastasia —susurra.
Yo quiero zafarme de él, mantener cierta distancia, pero me envuelve con