Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 13
—¿Un novio?
Me ruborizo.
—No, un amigo. Un ex novio.
—A lo mejor mañana te apetece ir a tomar una copa después del trabajo.
Has tenido una primera semana magnífica, Ana. Deberíamos celebrarlo.
Sonríe, y en su cara aparece una emoción desconocida que me incomoda.
Se mete las manos en los bolsillos y sale tranquilamente por la puerta. Veo
su espalda que se aleja y frunzo el ceño. ¿Tomar copas con el jefe es buena idea?
Meneo la cabeza. Primero he de enfrentarme a una noche con Christian
Grey. ¿Cómo voy a hacerlo? Corro al lavabo a darme los últimos toques.
Me examino la cara con severidad en el enorme espejo de la pared durante
un buen rato. Estoy pálida como siempre, con unos círculos negros alrededor de los
ojos demasiado grandes. Se me ve demacrada, angustiada. Ojalá supiera maquillarme.
Me pongo un poco de rímel y lápiz de ojos y me pellizco las mejillas, confiando en que
cojan un poco de color. Me arreglo el pelo para que me caiga con naturalidad por la
espalda, e inspiro profundamente. Tendrá que bastar con eso.
Cruzo nerviosa el vestíbulo y, al pasar por recepción, saludo con una
sonrisa a Claire. Creo que ella y yo podríamos ser amigas. Jack está hablando con
Elizabeth mientras yo voy hacia la puerta, y él corre a abrírmela con una sonrisa
enorme.
—Pasa, Ana —murmura.
—Gracias —sonrío, avergonzada.
Fuera, junto al bordillo, Taylor espera. Abre la puerta de atrás del coche.
Vacilante, me giro para mirar de reojo a Jack, que ha salido detrás de mí. Está
contemplando el Audi SUV, consternado.
Me giro de nuevo, me encamino hacia el coche y subo detrás, y allí está él
sentado —Christian Grey—, con su traje gris, sin corbata y el cuello de la camisa
blanca desabrochado. Sus ojos grises brillan.
Se me seca la boca. Está soberbio, pero me mira con mala cara. ¿Por qué?
—¿Cuánto hace que no has comido? —me suelta en cuanto entro y Taylor
cierra la puerta.
Maldita sea.
—Hola, Christian. Yo también me alegro de verte.
—No estoy de humor para aguantar tu lengua viperina. Contéstame.
Sus ojos centellean.
Por Dios…
—Mmm… He comido un yogur al mediodía. Ah… y un plátano.
—¿Cuándo fue la última vez que comiste de verdad? —pregunta, mordaz.
Taylor ocupa discretamente su puesto al volante, pone en marcha el coche y
se incorpora al tráfico.