Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 12
Portland está bastante lejos. Debería recogerte a las 17.45.
Tengo muchas ganas de verte.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
De: Anastasia Steele
Fecha: 8 de junio de 2011 14:38
Para: Christian Grey
Asunto: Mañana
Hasta entonces, pues.
Anastasia Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
Oh, Dios. V a ver a Christian, y por primera vez en cinco días, mi estado
oy
de ánimo mejora un ápice y me atrevo a preguntarme cómo habrá estado él.
¿Me ha echado de menos? Seguramente no como yo a él. ¿Ha encontrado a
una nueva sumisa de dondequiera que las saque? Esa idea me hace tanto daño que la
desecho inmediatamente. Miro el montón de correspondencia que he de clasificar para
Jack, y me pongo a ello, mientras lucho por expulsar a Christian fuera de mi mente una
vez más.
Por la noche doy vueltas y vueltas en la cama intentando dormir. Es la
primera vez en varios días que no he llorado hasta quedarme dormida.
Visualizo mentalmente la cara de Christian la última vez que le vi, cuando
me marché de su apartamento. Su expresión torturada me persigue. Recuerdo que él no
quería que me fuera, lo cual me resultó muy extraño. ¿Por qué iba a quedarme si las
cosas habían llegado a un punto muerto? Los dos evitábamos nuestros propios
conflictos: mi miedo al castigo, su miedo a… ¿qué? ¿Al amor?
Me doy la vuelta, me invade una tristeza insoportable, y me abrazo a la
almohada. Él no merece que le quieran. ¿Por qué se siente así? ¿Tiene algo que ver con
su infancia? ¿Con su madre biológica, la puta adicta al crack? Esos pensamientos me
acechan hasta la madrugada, cuando finalmente caigo agotada en un sueño convulso.
El día pasa muy, muy despacio, y Jack se muestra inusualmente atento.
Sospecho que es por el vestido morado y las botas negras de tacón alto que le he
robado del armario a Kate, pero trato de no pensar demasiado en eso. Decido ir a
comprarme ropa con mi primera paga. El vestido me queda más holgado de lo debido,
pero finjo que no me doy cuenta.
Por fin son las cinco y media, recojo mi chaqueta y mi bolso, e intento
mantener la calma. ¡Voy a verle!
—¿Sales con alguien esta noche? —pregunta Jack cuando pasa junto a mi
mesa al salir.
—Sí. No. La verdad es que no.
Arquea una ceja y me mira, claramente intrigado.