Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 134

Me besa el pelo y me obliga a ponerme de pie. Yo protesto, pero vuelvo a sentarme en la cama, recojo las medias del suelo y me las pongo. Me acerco doliente a la silla para recuperar mi vestido. Caigo en la cuenta distraídamente de que no me he quitado los zapatos durante nuestro ilícito encuentro. Christian se está anudando la pajarita, después de haberse arreglado un poco él y también la cama. Y mientras vuelvo a ponerme el vestido, miro las fotografías del panel. Christian cuando era un adolescente hosco, pero aun así igual de atractivo que ahora: con Elliot y Mia en las pistas de esquí; solo en París, con el Arco de Triunfo de fondo; en Londres; en Nueva York; en el Gran Cañón; en la ópera de Sidney; incluso en la Muralla China. El amo Grey ha viajado mucho desde muy joven. Hay entradas de varios conciertos: U2, Metallica, The Verve, Sheryl Crow; la Filarmónica de Nueva York interpretando Romeo y Julieta de Prokofiev… ¡qué mezcla tan ecléctica! Y en una esquina, una foto tamaño carnet de una joven. En blanco y negro. Me suena, pero que me aspen si la identifico. No es la señora Robinson, gracias a Dios. —¿Quién es? —pregunto. —Nadie importante —contesta mientras se pone la chaqueta y se ajusta la pajarita—. ¿Te subo la cremallera? —Por favor. Entonces, ¿por qué la tienes en el panel? —Un descuido por mi parte. ¿Qué tal la pajarita? Levanta la barbilla como un niño pequeño, y yo sonrío y se la arreglo. —Ahora está perfecta. —Como tú —murmura, me atrae hacia él y me besa apasionadamente—.