Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 127
iba todo esto. ¡Qué humillante!
—Es por una buena causa —sisea Mia al notar mi incomodidad—.
Además, ganará Christian —añade poniendo los ojos en blanco—. Me resulta
inconcebible que permita que alguien puje más que él. No te ha quitado los ojos de
encima en toda la noche.
Eso es… Tú concéntrate solo en que es para una buena causa, y en que
Christian ganará. Después de todo, no le viene de unos pocos dólares.
¡Pero eso implica que se gaste más dinero en ti!, me gruñe mi
subconsciente. Pero yo no quiero bailar con ningún otro… no podría bailar con ningún
otro, y además, no se va a gastar el dinero en mí, va a donarlo a la beneficencia.
¿Como los veinticuatro mil dólares que ya se ha gastado en ti?, prosigue mi
subconsciente, entornando los ojos.
Maldita sea. Parece que me he dejado llevar con esa puja impulsiva. ¿Y
por qué estoy discutiendo conmigo misma?
—Ahora, caballeros, acérquense por favor y echen un buen vistazo a quien
podría acompañarles en su primer baile. Doce muchachas hermosas y complacientes.
¡Santo Dios! Me siento como si estuviera en un mercado de carne.
Contemplo horrorizada a la veintena de hombres, como mínimo, que se aproxima a la
zona del escenario, Christian incluido. Se pasean con despreocupada elegancia entre
las mesas, deteniéndose a saludar una o dos veces por el camino. En cuanto los
interesados están reunidos alrededor del escenario, el maestro de ceremonias procede.
—Damas y caballeros, de acuerdo con la tradición del baile de máscaras,
mantendremos el misterio oculto tras las mismas y utilizaremos únicamente los
nombres de pila. En primer lugar tenemos a la encantadora Jada.
Jada también se ríe nerviosamente como una colegiala. Tal vez yo no esté
tan fuera de